Listado de la etiqueta: poder

La felicidad no es algo que sucede, no depende de los acontecimientos externos, es una condición vital que cada persona debe preparar, cultivar y defender individualmente» Mihály Csiksgentmihalyi.

Cuando somos felices nos sentimos bien con nuestra vida, nos sentimos plenos, involucrados, satisfechos, disfrutando, sin pensar en el pasado o el futuro, sin dedicar tiempo a lo que tengo o no tengo, a lo que me falta o no me falta, con energía. Fluimos con la vida, con las experiencias diarias que nos regala. Captamos el sentido de la vida y apreciamos el sentido de nuestra vida.

Como cada año he tenido la oportunidad de acompañar a muchas personas a lograr sus objetivos a través de procesos de mentoring. Unas llegan con un objetivo profesional bien definido, otras buscan saber qué les pasa, buscan algo que les falta y no saben qué es, qué nombre ponerle. Por el camino van definiendo su objetivo y dando los pasos para lograrlo, pero lo más importante de todo es que termina el proceso aprendiendo a fluir con su vida.

Todos estos años dedicada al mentoring y a acompañar a personas para que logren sus metas, me han enseñado que el objetivo último es siempre el mismo, aunque una gran mayoría lo ha olvidado. El objetivo es vivir la vida que queremos y como queremos. Es hacer realidad nuestro mundo ideal en el mundo real. Y es curioso que, en todos los procesos que he acompañado, se repita siempre al finalizarlos el mismo mensaje, con distintas palabras pero igual significado: «es que ahora hago las cosas a mi manera» «ahora siento que mi vida me pertenece» «he aprendido a llevar la vida que me hace feliz y es más fácil de lo que pensaba»…….

Muchos de ellos se sorprenden cuando al inicio del proceso, una vez nos vamos conociendo y comparten conmigo sus inquietudes y objetivos, les hago siempre la misma pregunta ¿Cómo quieres que sea tu vida? ¿Qué cosas quieres en tu vida y cuales no? ¿Qué cosas te gustan, con que disfrutas, que no quieres hacer, que te desgasta? Soy consciente que son preguntas que dejan en blanco a muchas personas, desconcierta e, incluso, bloquean, así que les invito a realizar un trabajo de retrospección vital, y les pido que realicen una autobiografía por etapas desde los 0 años hasta la actualidad, describiendo en cada una de ellas «Qué hacían» ¿Con qué soñaban? ¿Qué era verdaderamente importante para ellos?

Muchos regresan a la siguiente sesión un poco escépticos, comentándome que han escrito poco, que no le encuentran sentido a lo que han recordado, que no ven nada especial. Yo les dejo, les pido que me cuenten lo que han escrito, voy cogiendo notas e identificando en el relato las 3 fuentes de poder que nos hacen fluir en la vida: valores, anhelos y las mejores experiencias
 

Se trata de una herramienta basada en la indagación apreciativa que identifica patrones de flujo vital, que han estado presentes en diferentes momentos de nuestra historia personal,  que son la fuente de energía y poder que necesitamos para crear y diseñar la vida que nos hace felices. A través de las preguntas les hago tomar consciencia de los patrones que se repiten, tanto los que les hacen fluir como los que no, en las distintas etapas de su vida. De esta forma, se dan cuenta de que sí han disfrutado de momentos de flujo y felicidad en su vida y así descubren cuáles son los ingredientes necesarios para poder volver a experimentarlos. Ahora solo queda diseñar el plan de acción para ir incorporándolos poco a poco en el presente e ir desalojando de su vida otros, que no  les aportan y les restan energía y vitalidad.

La claridad con la que suelen marchar tras esta sesión es algo que merece la pena experimentar. Es una vivencia emocional tan fuerte que queda grabada en la memoria, y aunque en el día a día cueste romper con los patrones ya adquiridos, la fuerza de esta imagen y esta experiencia es tan potente, que se convierte en una fuente de fortaleza, energía y motivación para afrontar con éxito todo el proceso de transformación.

Todos tenemos sueños y deseos sin realizar (anhelos), que nos mueven y nos inspiran.Todos tenemos unos valores que nos guían en la vida y hacen que esta tenga sentido y todos vivimos experiencias diariamente, que nos sirven para aprender qué nos hace felices y qué no. El juego de estos 3 poderes es nuestra fuerza vital, la clave está en llenar nuestra vida de experiencias que integren nuestros valores, nuestros sueños y nuestras fuentes de satisfacción.

A veces el entorno, la sociedad, los objetivos, la prisa, la presión, el dolor o las malas experiencias nos van alejando de nuestros valores y nuestros sueños, hasta el punto de que los perdemos de vista y dejamos de sentirlos, pero están ahí y duelen cuando no pueden ser realizados. En este estado de cosas, cuando le preguntas a una persona por sus sueños y valores muchas veces no sabe contestarte ,porque se ha desconectado de ellos, otras no quieren hacerlo porque le duele pensar en ellos y les frustra no haberlos hecho realidad. Por ello, utilizo esta herramienta de la autobiografía, pues a través de la narración de sus experiencias vitales tengo la oportunidad de indagar sobre sus valores y sus sueños y ayudarles a identificar en que experiencias estuvieron presentes y en cuales no.

De esta forma no hay que diseñar acciones nuevas, hacer cambios drásticos, plantearse objetivos superdefinidos, solo hace falta recordar con que experiencias hemos fluido en el pasado, que ingredientes tenían y prepararse para cocinarlas en el presente con los mismos ingredientes. Trabajamos siguiendo el enfoque apreciativo sobre lo que ya ha funcionado para hacerlo crecer. Esta perspectiva aporta mucha seguridad y confianza a la persona, además de grandes dosis de esperanza, optimismo y motivación.

A partir de aquí todo el proceso se centra en mejorar la calidad de las experiencias diarias, haciendo que en ellas estén presentes los sueños y valores identificados en la autobiografía. Nuestras experiencias dependen de la manera en la que utilizamos nuestra atención, y esta está dirigida por nuestros valores y nuestros sueños. Una vez tenemos estos bien definidos y focalizados, la misión se centra en entrenar y mantener a raya nuestra atención, y no permitir que se distraiga, manteniendo viva la imagen de la vida que queremos construir. Cualquier acción, decisión, proyecto, relación, situación, experiencia, etc., que no integre los valores y sueños identificados y los ingredientes que  generan experiencias de flujo, debe quedar fuera de nuestra atención y de nuestra vida.

A medida que vamos incorporando a ella los  ingredientes de nuestras mejores experiencias vamos experimentando mayor disfrute, mayor sentido. Así renovamos nuestra motivación para seguir incorporando nuevas conquistas y, poco a poco, sin darnos cuenta, estamos creando la vida que queremos y comenzamos a fluir con ella.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring

«Cada palabra es una extraña isla

varias palabras son un archipielago

uno flota entre ellas y las piensa

y también las asume como propias

cada palabra viene con presagios

y con algún enigma entre sus letras

y por supuesto marcas indelebles

de los que alguna vez la pronunciaron

cada palabra pasa entre silencios

repartiendo demandas inocentes

dispuestas a colgarse en los oídos

de los protagonistas del paisaje

cada palabra viene con la historia

que le otorgó matices y sentido

sílaba a sílaba y bien ordenadas

con el acento donde corresponde

es una isla es claro es una isla

aquí me quedaré no se hasta cuado

y mientras tanto solo dejaré

que me acompañe la melancolía.»

Mario Benedetti

Somos guardianes de palabras, pues con ellas podemos crear islas, archipiélagos, territorios, realidades y mundos. Somos guardianes de palabras porque somos responsables de las que emitimos, de las que no pronunciamos y del mundo que estamos creando con ello.

Somos guardianes de palabras, de un inmenso mar  de palabras que lanzamos al mundo para poder vivir en él, para poder estar con otros, para poder crear con otros. En cada palabra que pronunciamos dejamos una huella, de nosotros depende la palabra que elegimos, el momento para decirla, la persona a la que va dirigida, la forma de unirla a otros palabras. De nosotros depende la huella que dejamos.

Todos somos guardianes de palabras y debemos ejercer este rol con consciencia y responsabilidad y, especialmente, los que nos dedicamos a trabajar con el lenguaje para acompañar a las personas en sus procesos de transformación y desarrollo, los que utilizamos la conversación como herramienta de aprendizaje y los que facilitamos la creación de islas de palabras para que otros puedan crear sus archipiélagos y conquistar sus sueños.

Como mentores nuestra misión es crear islas de palabras que sirvan de refugio a otros para reflexionar, para buscarse, para encontrarse, para reconocerse, para mirarse de otra forma, para despertar, para recuperar su poder creador, para volver a enamorarse de lo que son y, con todo ello, poder conquistar un  nuevo mundo, su mundo, el mundo que ellos quieren crear a su alrededor. Tenemos la responsabilidad de proteger, cuidar, cultivar esas islas de palabras, pues con ellas otros pueden encontrar el lugar donde quieren vivir.  Somos responsables de construir un mundo mejor a través de las palabras.

Con cada palabra que pronunciamos ejercemos o cedemos nuestro poder. No es lo mismo decir que «el mentoring me ha cambiado la vida», que decir, «yo he cambiado mi vida a través del mentoring». Lo primero supone otorgarle al mentoring un poder, que no solo no le corresponde, sino que arrebata el poder a sus verdaderos propietarios: las personas que con sus decisiones y acciones cambian su comportamiento, logran sus objetivos y crean una nueva realidad. Cuando decimos el mentoring, el coaching, un libro, u otra persona me ha cambiado la vida nos estamos desapropiando de nuestro logró y de nuestro poder y, lo que es peor, estamos otorgando el poder a otros, me da igual que sea el mentoring, un mentor, el coaching o la ultima tendencia de moda. El poder de cambiar la vida que queremos llevar es solo nuestro, no debemos cederlo, ni regalarlo, debemos ejercerlo y reconocernoslo.

El mentoring por definición ayuda a las personas a empoderarse, a ser conscientes de su poder y a ejercerlo, porque es suyo, no se lo da el mentoring,  ni los mentores. El lenguaje crea la realidad y la realidad que estamos creando con este lenguaje de «el mentoring te cambia la vida», «todos necesitan un mentor en su vida», es una realidad que no pone en el centro a las personas, si no al mentoring, es una realidad donde importa más vender que crear o dar. Este lenguaje no es el del mentoring, es el de la venta del mentoring, que pone al mentoring por encima de la persona, o lo que es peor, a los mentores y mentoras que lo vende como una mercancía. Si no somos consciente de cómo estamos contribuyendo a ello con nuestras palabras estamos perdiendo la perspectiva y, con ella, el sentido de una práctica que encierra muchos valores, más allá del negocio, la fama y otras veleidades.

Miriam Ortiz de Zarate en su libro «No es lo mismo» nos habla del poder de las palabras: “el lenguaje nos proporciona la capacidad de distinguir aquello que nombramos”, “cuando distinguimos algo nuevo, adquirimos un aprendizaje que amplía nuestra mirada y que, por tanto, modifica nuestra capacidad de acción”, “sólo somos capaces de observar aquello que podemos distinguir o separar en el lenguaje como algo diferente”Lo que se nombra tiene poder, posibilidad, lo que no se nombra no. Si el mentoring te cambia la vida, el poder lo tienen el mentoring y nuestra capacidad de acción no se ve ampliada, porque para cambiar siempre necesitaremos al mentoring. Ahora bien, si el mentoring me ha ayudado a cambiar mi vida, la perspectiva es muy distinta, puesto que yo he aprendido a como realizar cambios en mi vida, y como ya se hacerlo, puedo hacerlo en el futuro sólo,  porque lo he aprendido a través de un proceso de mentoring. Por eso me gusta tanto la definición que usamos en la Escuela de Mentoring sobre esta práctica: conversaciones que se transforman en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados. La conversación la propicia el mentor/a, a través de la inteligencia conversacional, ahora bien, las decisiones y las acciones las realiza el cliente, el mentee.

Las palabras tienen el poder de describir la realidad y de transmitir nuestras emociones, de informar, de comunicar, de enseñarnos, de conectar, de despertar, de crear. El poder de las palabras es tan poderoso que pueden transformar la forma en la que percibimos la realidad, pueden emocionarnos, inspirarnos, descubrir matices que estaban ocultos. Lamentablemente también pueden socavar nuestra confianza, herirnos y herir, maltratarnos, encerrarnos, limitarnos.  Por eso, debemos tener cuidado en la elección de las palabras, en conocer bien su significado y su sentido, en emplearlas adecuadamente, en tener en cuenta no solo el mensaje consciente que pueden transmitir, sino también el mensaje inconsciente. Las palabras pueden abrir nuevas opciones y favorecer que una nueva realidad emerja.

Cada vez que vayas a pronunciar una palabra, piensa si es para dar poder o para quitarlo, piensa si vas a aportar claridad o confusión, piensa si estas ayudando con ella al otro, o estas curando tus propias heridas, piensa si engrandeces o empequeñeces, piensa si creas o destruyes, si amplias o reduces. Piensa en cada palabra que haces tuya porque detrás de cada una de ellas hay un ejercicio de amor por uno mismo y por los otros.  

Autora: Maria Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring