Una de las habilidades clave para liderar con efectividad, y para una buena gestión del tiempo, es saber delegar con efectividad.

Para poder asumir nuevas responsabilidades, involucrarnos en nuevos proyectos, comprometernos en nuevas tareas, necesitamos dejar otras atrás, y a menos que podamos dejar de hacerlas sin que ello impacto negativamente en nuestros resultados, la única opción es delegar.

Delegar tiene importantes beneficios:

Nos permite invertir nuestro tiempo y concentrarnos en las tareas en las que aportamos más valor

Nos facilita la distribución de la carga de trabajo de una forma equilibrada entre las distintas personas del equipo o la organización.

Es una de las vías más efectivas para desarrollar a nuestros colaboradores, para llevarlos al siguiente nivel.

Aumenta el compromiso de nuestros colaboradores, porque se siente parte del trabajo y de los resultados, además de dignos de confianza.

Sin embargo delegar no es tarea fácil, requiere de mucha planificación, mucha paciencia, confianza en las capacidades de los demás, desapego hacia nuestras tareas, y perder el miedo a que otros las hagan mejor que nosotros. La delegación es más un proceso que un acto. Un proceso que implica un trabajo de autoconocimiento y autorregulación, una adecuada planificación, tomar las decisiones correctas, y realizar un buen seguimiento, hasta asegurarnos de que hemos delegado eficazmente.

Queremos compartir contigo 7 pasos para una delegación efectiva, que son fruto de nuestra experiencia liderando equipos:

1.-Definir QUÉ hay que hacer y QUÉ se quiere lograr: el objeto de la delegación

Delegar no es mandar, no es pedirle a otro que haga algo de forma puntual, o quitarnos un muerto de encima. Delegar exige criterio, sentido y estrategia.

El primer paso para delegar es definir con mucha exactitud que tareas o funciones quiero delegar, que acciones concretas debe desarrollar la persona en quien voy a delegar para ejecutar adecuadamente esa delegación, y tener claro lo que se quiere lograr con ella. Es muy importante que la persona en quien se delega sea consciente del objetivo de la delegación, del para qué, del propósito.

2.-Elegir a la persona adecuada para encargarse de la tarea.

Muchas veces delegamos en quien tenemos más a mano, en quien nos solemos apoyar más, o con quien mejor nos entendemos. Otras nos empeñamos en delegar en alguien porque le vemos potencial, o porque consideramos que tendría tiempo o capacidad para asumir esas tareas.

Tampoco solemos tener en cuenta el nivel de preparación y de motivación que la persona en quien delegamos tiene para asumir esas nuevas tareas. La combinación de ambos factores es clave para tomar decisiones en cuanto a si delegar o no, y el grado o la forma de delegación.

 

Conocer la carga de trabajo que ya asume nuestro colaborador, y la que tendría que asumir con la delegación es otro factor importante, porque no tener tiempo por demasiada carga de trabajo es un elemento desmotivador a la hora de asumir nuevas responsabilidades.

3.-Asegurarse de que la persona entiende perfectamente el contenido de la delegación

Cuando delegamos se suelen producir muchas distorsiones comunicativas, debido a la disparidad de mapas mentales en juego. Como yo veo y entiendo las cosas, no es como lo hacen otros. Es importante tener en cuenta esto para comunicar a nuestros colaboradores exactamente lo que queremos y como, poniéndonos en su lugar. Debemos comprender que nuestro colaborador no es como nosotros, que no lleva tanto tiempo realizando la tarea como nosotros, que no sabe lo que nosotros acerca de la misma. Hay que ser preciso, claro y detallar bien las cosas. Al final un proceso comunicativo de delegación no debemos conformarnos con un simple si tras ¿Lo has entendido? ¿Lo tienes todo claro? Para asegurarnos de que la otra persona lo ha comprendido todo correctamente, lo mejor es pedirle que reproduzca con sus palabras todo lo que le hemos transmitido, o bien realizarle preguntas muy específicas y concretas sobre lo hablado.

Debemos ser claros también en cuanto a los plazos de ejecución de la tarea, los indicadores de resultados y logros, y las pautas se seguimiento y supervisión. Así como los principio y límites a la hora de tomar decisiones al respecto de las tareas delegadas.

3.Explicar por qué necesita hacerse

Las personas necesitan entender porque se delega una tarea concreta, y porque se delega en ellas en particular. Lo primero da sentido a lo que tienen que hacer, y lo segundo refuerza sus capacidades y su confianza. Además sirve para evitar disfunciones en los equipos, pues si estas cosas no se explican adecuadamente las personas en quien se delega pueden pensar que se las está sobrecargando de trabajo frente a otras.

4.Aportar las claves y recursos para que pueda hacerse

Uno de los mayores errores a la hora de delegar es suponer que una persona se va hacer cargo de una forma totalmente autónoma de una nueva tarea en poco tiempo. Si queremos ser realmente efectivos al delegar debemos tener en cuenta que una buena delegación necesita recorrer 5 niveles, según señala Michael Hyatt:

-Nivel 1: Instrucciones precisas de qué realizar y como realizarlo exactamente

Al iniciar un proceso de delegación es importante ser muy preciso en cómo se quieren las cosas, y cómo deben hacerse exactamente, y transmitírselo a la otra parte para que las ejecute en los mismos términos.

-Nivel 2: Incentivar la búsqueda de opciones de cómo realizar la tarea y valorarlas

Una vez el colaborador haya ejecutado correctamente la tarea en la forma indicada, se puede aumentar el nivel, solicitándole que investigue y piense en otras alternativas para llevarla a cabo, y que aporte nuevas perspectivas. La idea es que el colaborador las comparta con nosotros para poder evaluar su capacidad de resolver, de idear opciones, de comprender la tarea y el objetivo en toda su extensión. En este nivel la decisión la seguiremos tomando nosotros.

-Nivel 3: Pedir consejo

En este nivel, se le solicita al colaborador que aporte su opinión, su recomendación de la alternativa o forma de ejecutar la tarea o tomar la decisión más adecuada, en función del análisis e investigación previamente realizada y compartida. Esta fase nos sirve para conocer el grado de iniciativa, decisión, autonomía, buen criterio y juicio de nuestro colaborador. Nuestra labor en este nivel es confirmar o rechazar la propuesta del colaborador.

-Nivel 4: Decidir y reportar

Una vez que hemos comprobado que nuestro colaborador sabe buscar información y analizarla para tomar decisiones, y que toma las decisiones correctas, ya está en condiciones de pasar al nivel de decidir sobre la tarea o función delegada. Para asegurarnos de que se están tomando las decisiones adecuadas en este nivel pediremos que nuestro colaborador nos mantenga informados de las mismas, que nos reporte.

-Nivel 5: Decidir y no reportar

En base a los reportes del nivel anterior sabremos si podemos confiar plenamente en el criterio de nuestro colaborador. En este nivel se van distanciando cada vez más los reportes, y se van limitando según nivel de complejidad o responsabilidad, hasta llegar a un momento en que nuestro colaborador decide totalmente y no reporta.

Este proceso de delegación incremental permite al colaborador ir haciéndose con la tarea poco a poco, manteniendo sus niveles de confianza y seguridad. Ademas facilita al líder el proceso de pérdida de control que se experimenta al delegar, al ir soltándolo de forma gradual, lo que le ayuda también a estar más seguro y confiado.

5.Establecer indicadores de resultados y plazos de seguimiento y vencimiento

Como ya he señalado más arriba, delegar bien implica establecer con claridad y concreción cuales son los plazos de vencimiento de la tarea, así como los indicadores de resultados a obtener con la misma. Sin ellos nadie estará seguro de que las cosas están saliendo bien, y seguiremos apegados al control de la tarea, que impedirá que disfrutemos de los beneficios de la delegación.

A fin de evitar errores insalvables, y de conocer como se desenvuelve nuestro colaborador con la nueva tarea, y de aportarle seguridad, es importante también fijar unos plazos de seguimiento, para evaluar el grado de avance de nuestro colaborador. Esto entre otras cosas evitará también que estemos interrumpiendo constantemente con controles, que al final nos cargan de trabajo y limitan la libertad y el desarrollo de nuestro colaborador.

6.Evitar la delegación hacia arriba

Una de las mayores trampas de la delegación, y también de la gestión del tiempo, es la delegación hacia arriba. Esto implica que la persona en la que hemos delegado una tarea, acude a nosotros para que tomemos una decisión respecto a ella, para que resolvamos, o para que la ejecutemos porque no puede, no sabe, no tiene tiempo, etc. Al final lo que habíamos delegado nos vuelve de rebote y lo acabamos haciendo nosotros. Y aquí suele haber una doble responsabilidad, la de nuestro colaborador por no asumir las tareas encomendadas, y la nuestra por permitírselo.

Son muchos los patrones inconscientes que nos hacen caer en la delegación hacia arriba: impulsores de la personalidad como “se fuerte” “date prisa”, “complace”; creencias como “yo lo hago más rapido y mejor”, “al final pierdo menos tempo realizándolo yo que explicándolo para que lo haga otro”, “las personas no quieren asumir responsabilidades o más trabajo”, etc.

Evitar la delegación hacia arriba exige mantener alta nuestra consciencia para evitar comportamientos reactivos que nos impiden delegar efectivamente. Una de las formas más eficaces es utilizar preguntas que ponga la pelota en el tejado de nuestro colaborador de nuevo. ¿Qué harías tu? ¿Cómo lo harías tu? ¿Qué te impide hacerlo? ¿Qué necesitarías para hacerlo?

7.Proporcionar feedback

En las sesiones de seguimiento la herramienta más eficaz es el feedback. Son la oportunidad perfecta para analizar los progresos y ofrecer pautas de mejora si fuera necesario.

La clave es que estas sesiones sean más frecuentes al principio, y se vayan distanciando en el tiempo a medida que el colaborador va subiendo de nivel en el proceso de delegación.

Estas sesiones son perfectas para comentar lo que ha funcionado bien, lo que se podría mejorar, que ha aprendido el colaborador, que cosas nuevas ha aportado, que valor está aportando a la tarea, cual ha sido su evolución desde que asumió la responsabilidad.

“Delegar te permite crecer como líder y hacer crecer a tus colaboradores” Si quieres una plan de acción para delegar, déjame un comentario en este post,  te envió la herramienta que utilizo.

La directora de la Escuela de Mentoring, Maria Luisa de Miguel, ha realizado recientemente un curso sobre Neurodidáctica con el objetivo de avanzar en sus conocimientos sobre cómo aprenden las personas y cuales son las mejores metodologías para hacer el aprendizaje significativo. Todo ello con la convicción de que lograr este tipo de aprendizaje impulsa el desarrollo del talento. Como esta es una de nuestras áreas de trabajo en las organizaciones, estamos aplicando en los modelos de intervención y facilitación del cambio, aprendizaje, desarrollo del talento, desarrollo de liderazgo y otras habilidades, mentoring y coaching, los principios de la neurodidáctica para hacerlos más efectivos.

Compartimos hoy contigo algunas de las claves aprendidas durante el curso que estamos aplicando en nuestros programas formativos:

1.- Las personas aprendemos mejor cuando conectamos información nueva con información previa que existe en nuestro cerebro.

Esta estrategia facilita, acelera y mejora el aprendizaje.

Un ejemplo claro es cuando le damos instrucciones a una persona para llegar a un sitio nuevo en una ciudad que no conoce. Lo primero le preguntaremos que conoce de esa ciudad, que referencias tiene (aunque sean adquiridas por internet, mapas o guías), para luego aportarle la nueva información integrando la que el ya conoce.

De la misma forma cuando queremos que alguien aprenda algo nuevo debemos buscar previamente las referencias y semejanzas con conocimientos previos que puedan ser de utilidad, aplicables, similares a lo que ahora tiene que aprender, o conectarlo con experiencias de aprendizaje pasadas que puedan conectar con las nuevas a las que se enfrenta.

Si no ayudamos a conectar el conocimiento nuevo con el antiguo se produce un vacío que dificulta el aprendizaje.

2.- Cada cerebro es único, en el sentido de que organiza la información de manera diferente.

La organización y gestion de la información es la función básica y distintiva de la inteligencia: como captamos la información, a través de que canales, cómo la almacenamos, como la procesamos, cómo la utilizamos, como la recuperamos y conectamos, como la transmitimos, qué creamos con ella.

Es fundamental por tanto presentar la información y las estrategias de aprendizaje en función de esta organización única. Para ello nuestra primera tarea es conocer como organiza la información la persona o personas que tenemos en frente.

Sin embargo, esto significa tener en cuenta los sistemas representaciones del aprendiz (visual, kinestésico y auditivo). Sin embargo esto no significa que debamos etiquetar a las personas en cada uno de los sistemas y proporcionarles solo información en la forma de su canal dominante, es importante que haya diversidad de estímulos para hacer más significativo el aprendizaje, dado que el cerebro no procesa de forma independiente sino interconectada. El procesar información por distintos canales activa de forma conjunta distintas regiones cerebrales lo que potencia nuestra capacidad de aprendizaje, lo contario sería limitarla.

Lo que si es importante es proporcionar información teniendo en cuenta los 3 sistemas, es decir, plantar un aprendizaje multisensorial, que utilice todos los canales posibles

3.- El cerebro cambia con cada experiencia

Cuando queremos aprender algo nuevo tenemos que ponerlo en práctica, experimentarlo, y para que ese aprendizaje se consolide es necesario repetirlo, es decir, practicarlo varias veces. Es así como se fija en nuestro cerebro.

Esto ocurre tanto para los aprendizajes positivos como para los negativos. Es imposible no aprender, el contacto con la experiencia diaria hace que nuestro cerebro cambien continuamente en función de ella. El problema, como ya apunto hace muchos años Emilé Durkheim, es que hay mucho aprendizaje inconsciente que puede ser positivo o negativo. Por eso es tan importante la selección de experiencias, de modelos de aprendizajes, de oportunidades de aprendizaje de una forma deliberada y consciente, porque de esta forma seremos los dueños de nuestro aprendizaje y elegiremos que aprender y cómo.

4.- La clave en el aprendizaje está en el potencial y el contexto

Las personas nacemos con un potencial, cada uno distinto. Ahora bien lo relevante es lo que llegamos a hacer con ese potencial. En ello influyen las experiencias de aprendizaje y los contextos de aprendizaje, que son los que de una forma conjunta influyen en el desarrollo de habilidades y posibilitan que ese potencial se convierta en talento.

Que nuestro contexto facilite unas experiencias y oportunidades  de aprendizaje u otras, influirá en el desarrollo de unas habilidades u otras de nuestro potencial, y por tanto, en el talento.

5.- El cerebro funciona de forma holística

El cerebro funciona a través de conexiones entre todas sus partes, las distintas regiones cerebrales se intercomunican entre sí a través de las neuronas, y trabajan en equipo para poder llevar a cabo operaciones cerebrales complejas.

Por tanto, no existen operaciones mentales propias del cerebro derecho y otras propias del cerebro izquierdo. El cerebro procesa y opera de una forma conectada, activando distintas regiones cerebrales en toda su extensión. Sí existen predominancias genéticas de uso de unas regiones u otras del cerebro, pero el limitar el aprendizaje al área predominante limita el desarrollo del talento.

Estimular el aprendizaje implica proporcionar información, estímulos y elementos que hagan trabajar a todas las regiones cerebrales. El talento requiere de capacidad de análisis y creatividad, emoción y razón, lógica e intuición….

 

6.- La comunicación en el aprendizaje debe ser bidireccional, y aun mejor, multidireccional

Esto implica que la exposición e intercambio de información no debe ir en una sola dirección, del  facilitador/formador hacia los participantes, sino en diversas direcciones: preguntas del facilitador a los participantes para que realicen sus aportaciones, preguntas de los participantes, presentación de los temas o experiencias por los participantes y feedback del facilitador, interactuación entre los participantes a modo de debate, trabajos en grupo, para ampliar aun más los canales. Hace unas semanas publicaba un post sobre el Aprendizaje basado en retos que ilustra como ampliar los canales de información y comunicación en el aprendizaje.

7.- En vez de dar, incentivar a buscar, a ejecutar.

Para estimular el aprendizaje el facilitador más que aportar información, respuestas, ejemplos, debe estimular a los participantes a que sean ellos quienes la busquen, que aporten sus propios ejemplos, sus conocimientos, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones. El facilitador aporta un contexto y unos criterios, y luego impulsa la participación e implicación del grupo.

Es importante que el facilitador proporcione unas bases de contenidos y/o material pero que deje libertad a los participantes para que los amplien, incluso que los presente de tal manera que incite a la búsqueda de más información por parte del grupo, que despierte su curiosidad y sus ansias por descubrir y saber más. Algo clave en un facilitador es proporcionar criterio y sentido.

La inteligencia no se desarrolla a partir de la transmisión de información, sino a partir de la ejecución de las operaciones mentales que se realizan con esa información.

En base a ello, estoy llevando a cabo los programas formativos utilizando dos técnicas combinadas:

Trabajo previo al programa formativo: aporto una serie de información y ejercicios a los participantes, unos 15 días antes del curso, con un objetivo o reto a trabajar para que lo lleven a cabo antes del inicio del curso, e iniciar el mismo trabajando sobre ello en las primeras sesiones formativas.

Planes de acción con compromisos a llevar a cabo entre la finalización del curso y la sesiones de seguimiento y supervisión posterior. Según van discurriendo los días del curso y los distintos contenidos, voy planteando compromisos de acción a los participantes. Sobre los temas trabajados cada persona debe asumir públicamente un compromiso de acción a ejecutar hasta la sesión de supervisión. Los compromisos tienen que ver con los temas tratados y deben suponer desarrollar una habilidad, y comprometerse a lograr un objetivo con ello, con indicadores de resultados. Estos planes de acción se comparten y discuten en la sesión de supervisión (normalmente un mes o dos meses después de la formación inicial) para ver su aplicación a la vida diaria y real de cada participantes, aprendizajes extraidos, reflexiones, feedback, y nuevos retos futuros.

8.- Favorecer el aprendizaje por observación y la creación de comunidades de aprendizaje

La geografía del espacio formativo, la disposición y distribución de los participantes tiene consecuencias importantísimas en el aprendizaje. Aprendemos haciendo y observando. La observación de cómo lo hacen otros es un alto porcentaje de nuestro aprendizaje, aprendemos imitando. Es más, cerebralmente estamos dotados de un mecanismo que está pensado específicamente para favorecer este tipo de aprendizaje: las neuronas espejo, descubiertas por Rizzolatti. De ahí que, los participantes en una formación deben poder verse unos a otros, y si es posible sin elementos que interfieran entre ellos, porque impiden que la conexión emocional sea más efectiva y limitan la observación del lenguaje corporal, y por tanto, la comunicación no verbal.

Es importante además favorecer la interactuación entre los participantes, realizando trabajos en parejas, en trios, en grupos reducidos, en grupos más grande, en la totalidad del grupo. Utilizar muchos rol playing pedagógicos, que favorecen no solo el aprender haciendo sino también el aprender observando, que completado con un buen feedback hacen significativo el aprendizaje. El feedback debe seguir la metodología del triple feedback de la que hablaba en mi post sobre el aprendizaje significativo.

Si todo ello se completa con una buena metodología de modelaje, como la que proporciona el mentoring, destinada a proporcionar modelos óptimos de comportamientos o desarrollo de habilidades, podemos convertir el aprendizaje por imitación en mucho más efectivo. A ello también contribuye el visionado de videos.

9.- Contextualizar

La información que se transfiere, los conocimientos, las prácticas, habilidades, planes de acción, etc, es decir, cualquier dato, herramienta o recurso que se utilice para favorecer el aprendizaje debe estar contextualizado. Esto implica que debe estar conectado con la vida real, el entorno y las necesidades de quien aprende. En el ámbito organizacional debe estar conectado con la empresa, su cultura y filosofía, el puesto de trabajo, y además con la necesidad personal de cada participantes. Deben ver claramente la relación con su realidad, con su entorno y contexto, deben poder conectar emocionalmente con el aprendizaje.

Si el conocimiento no se contextualiza el alumno utiliza solo su memoria no significativa, y esto supone que a los 3 días el 50% del aprendizaje desaparece, es decir, no se recuerda. A la semana se pierde el 90% de la información. Para recordar de una forma más completa la información, poder recuperarla y usarla en el futuro debemos activar las memorias significativas o a largo plazo, y ello implica estimular y activar el cerebro límbico u emocional.

Por ejemplo, en un curso que la directora de la Escuela de Mentoring acaba de impartir sobre gestión del tiempo, ha trabajado los ladrones del tiempo a través de los impulsores de la personalidad, vinculando unos con otros y realizando preguntas a los participantes acerca de cómo sus impulsores están afectando a su gestion del tiempo y a su vida. En el momento que el alumno correlaciona el impacto emocional que esto tiene en su vida, su interés por aprender se dispara, y su motivación para el cambio también. A partir de ahí podemos empezar a trabajar las herramientas y recursos que pueden ayudarle en este proceso. Pero si transmitimos las herramientas y recursos antes de contextualizar, el aprendizaje no se produce.

Si integras estos 9 elementos en tus procesos formativos, y trabajas la motivación, impulsaras el desarrollo del talento en tu organización. Espero que nos cuentes tus experiencias y resultados dejándonos un comentario en este post. Gracias por seguirnos.

La forma de aprender ha cambiado mucho desde la irrupción de internet, con todas las innovaciones que ha introducido la red de redes. Desde el simple hecho de poder buscar información sin limites, acceder a artículos, estudios, investigaciones y personas que antes hubiera sido imposible, hasta la posibilidad de ser creador de contenidos a través de blogs, plataformas colaborativas y un sin fin de aplicaciones. Sin olvidar la posibilidad que ofrecen las redes sociales de interactuar directamente con una globosidad de personas, y de adoptar roles múltiples, como consumidores, proveedores, evaluados, creadores de contenidos e información.

Estos cambios, que por una parte suponen grandes ventajas y tienen muchos beneficios, también nos traen desventajas y problemas, que vistos de una forma positiva, nos obligan a adquirir nuevas destrezas y competencias para saber navegar en un mar de información y contenidos sin quedar atrapados, a la deriva, o encallados. Esas nuevas destrezas tienen que ver con la creación de sentido, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la perseverancia, la resiliencia, y el trabajo colaborativo.

En un mundo VUCA como el actual, la capacidad de asumir retos y salir reforzados de los mismos será una constante, y por eso, será esencial introducir de una manera habitual en las escuelas, en las universidades, en las empresas y en las organizaciones, la práctica del aprendizaje basado en retos.

El Aprendizaje Basado en Retos es un aprendizaje vivencial, en el que se facilita la participación directa y activa de quienes intervienen, aplicando lo que se está aprendiendo a situaciones reales donde se producen los problemas o retos a resolver. De esta forma, el aprendizaje se hace signifiicativo para los participantes, porque pueden experimentar, sentir, pensar y actuar al mismo tiempo. Es un modelo de aprendizaje que engloba las 4 fases del modelo de Kolb: Sentir, Observar, Pensar y Actuar.

Para que se complete el ciclo del aprendizaje, y se contemplen todas las formas de aprender, las actividades de aprendizaje deben diseñarse teniendo en cuenta los siguientes elementos:

 

1.– Deben generar reflexión, análisis crítico, experimentación y vivencias concretas.

2.- Deben fomentar la iniciativa y toma de decisiones de los participantes, promoviendo su implicacíon y su responsabilidad.

3.– Las soluciones las proponen los participantes, debe facilitarse una creatividad activa durante todo el proceso.

4.-El facilitador interviene para plantear el contexto y el problema sobre el que se establece el reto, para establecer los límites, y para facilitar la reflexión y la participación de todos.

5.- Todo el proceso de aprendizaje comienza con el planteamiento de una situación o problema, que se puede dar en el entorno de trabajo de los participantes, y que requiere una solución real, toma de decisiones, empleo de recursos, negociación, etc. Sobre dicha situación los participantes determina el reto que van a marcarse para abordarla. El reto debe ser a la vez estimulante y alcanzable.

6.- El reto debe promoveer la puesta en juego de conocimientos y recursos de los participantes y llevarlos a un nivel superior de destreza. La actividad debe ser desafiante pero estar en consonancia con las habilidades que tienen los participantes para afrontarla.

7.- La dinámica debe finalizar con una acción concreta y un compromiso de acción. Como dice David Allen, la ultima pregunta del facilitador debe ser ¿Cual es la siguiente acción?

8.- Los participantes durante la dinámica experimentan, piensan, intercambian opiniones, ideas, debaten, analizan, diseñan, desarrollan, ponen en marcha la solución acordada y la exponen para que el resto puedan valorarla y enriquecerla. Los participantes se convierten en una design thinkers.

La clave está en crear una experiencia de aprendizaje que emule las situaciones, retos y problemas que se dan en el día a día del trabajo de los participantes. De esta forma, estos sienten que el aprendizaje es útil, se involucran de una forma más intensa y desarrollan competencias clave para los entornos de trabajo actuales.

Los pasos para diseñar una actividad de aprendizaje basada en retos son:

 

1.-Planteamiento de la situación o problema: Lanzamiento por el facilitador de una idea general y amplia, que pueda tener varias perspectivas, soluciones, que sea atractiva, y significativa para los participantes. Por ejemplo, el liderazgo en esta organización.

2.-Pregunta Inicial: La pregunta inicial sirve para contextualizar el reto, debe despertar el interés de los participantes, y sirve también para acotar los límites del reto. Por ejemplo, ¿Cual es vuestro modelo de liderazgo ideal?

3.-Reto: Surge de la pregunta inicial y contiene una llamada a la acción, para crear un modelo de solución que se materializará en una acción concreta a llevar a cabo. ¿Cómo podeis lograr que vuestra organización responda a vuestro modelo ideal de liderazgo?

4.-Preguntas y otros recursos guía: Pueden ser aportados tanto por los participantes como por el facilitador, su objetivo es generar más debate, más ideas, desbloquear, impulsar el proceso de construcción de la solución, hacer participar a todos, ampliar perspectivas….

5.-Construcción de la Solución: Los participantes por grupos deben construir una solución concreta, bien estructurada y que sea viable llevar a la práctica en el contexto de intervención del grupo. El modelo de solución debe contener propuestas de acciones, asignaciones de recursos, roles, responsabilidades, es decir, todo lo necesario para llevarla a cabo.

6.- Puesta en común: Cada grupo expondrá al resto su modelo de solución, sometiéndolo a debate para enriquecerlo y testearlo.

7.-Evaluación: Todos participan en la evaluación de cada modelo de solución presentado al plenario del grupo. Aquí las preguntas del facilitador pueden amplificar el reto, cuestionando para generar aun más debate, participación, ideas y mejoras.

8.- Decisión: Entre todos escogen uno o dos modelos de solución a implementar. Los que consideren mejores o más viables. A veces incluso de la puesta en común y evaluación puede surgir un solo modelo de solución en el que se integran aspectos de todos los presentados. Es un modelo conjunto y enriquecido.

9.-Compromiso y acción: De todo el proceso debe surgir una acción concreta a llevar a cabo tras el trabajo en común. Una acción a implementar en la vida real, en su trabajo diario, en su organización, o en su equipo. El facilitador invita a ello con la pregunta ¿Cual es la siguiente acción a emprender en los próximos días? La respuesta del grupo se registra como compromiso de acción.

Aquí es fundamental establecer un proceso e indicadores de seguimiento y resultados para que el ciclo del aprendizaje sea completo.

9.- Reflexión y aprendizaje: El facilitador concluirá la dinámica abriendo un espacio para la reflexión y puesta en común, donde utilizará las preguntas y el feedback para hacer consciente el aprendizaje y que este se convierta en estrategias efectivas en el futuro. Se trata de reflexionar sobre el aprendizaje propio, sobre lo aprendido de los demás, sobre la experiencia y de poner en relación lo vivido con los retos futuros.

Este es el modelo con el que nosotros trabajamos el aprendizaje basado en retos dentro de las organizaciones.  Con este modelo se consiguen los siguientes resultados:

-Los participantes adquieren una capacidad de análisis más profunda e interdisciplinar de los problemas, situaciones, que les lleva a una comprensión más profunda de los mismos.

-Ampliación de perspectivas y marcos, y de la creatividad.

–Desarrollo de habilidades de comunicación, argumentación, síntesis, escucha, formulación de preguntas, exposición.

–Fomento de la responsabilidad y la productividad. Adquisición de conciencia sobre el poder personal y las posibilidades de acción para producir cambios en las organizaciones.

-Mejora en la resolución de problemas y toma de decisiones.

-Adquisición de habilidades para el trabajo colaborativo y en equipo.

En nuestras actividades formativas en empresas y organizaciones, siempre incluímos alguna actividad de aprendizaje basada en retos. En unas pocas semanas la directora de la Escuela de Mentoring, Maria Luisa de Miguel, estará en Madrid facilitando un Programa de Liderazgo y Gestión de Equipos para directivos, y ya estamos diseñando una dinámica para ayudarles a diseñar aprendizajes basados en retos para su equipo, como parte de una estrategia de motivación.

Desde hace ya muchos años, allá por el 2002, en aquella época en la que la directora de la Escuela de Mentoring, Maria Luisa de Miguel comenzó a formarse para ser lo que hoy ocupa la mayor parte de su trabajo diario, según dice su perfil de twiter: “ayudar a otros a desarrollar todo su potencial”, el tema de la Inteligencia Emocional le ha ocupado y preocupado de forma contínua.

En su viaje formativo siempre ha estado presente la Inteligencia Emocional, y la verdad, salvo una magnífica excepción, la mayor parte de las ocaciones con bastante poca fortuna, y bastantes dosis de decepción. A ello se suma lo que ve en redes sociales y blogs sobre el tema, y lo que escucha en ámbitos profesionales y no profesionales. En la mayor parte de la formación a la que ha asistido, en la que se ha trabajado la Inteligencia Emocional su conclusión es que la centran en expresar a raudales las emociones, y si es posible con cuantas más lágrimas mejor, y en dar feedback positivo sobre las cualidades de los compañeros/as de curso queriendo elevar la autoestima a base de dosis de pildoritas edulcoradas, con alguno que otro concepto teórico más afortunado que otro. En otras ocasiones ha tenido que presenciar, como el que llaman facilitador/a del aprendizaje, lo que acaba es generando una tensión emocional en el grupo, que más que facilitar lo que hace es empeorar la relación con las emociones.

En más de una ocasión, diferentes personas que han asistido a cursos en los que se ha trabajado la Inteligencia Emocional, nos han comentado que “el/la facilitador” ha fomentado, insistido y propiciado de manera bastante insistente la apertura en canal de las emociones de los asistentes, saliendo al campo de juego situaciones, vivencias y emociones que no se podían gestionar allí, y dejando a las personas abiertas a la intemperie, sin poder gestionar el cierre emocional. Y con todo esto no queremos decir, que todas las personas que se dedican a la Inteligencia Emocional incurran en estas osadías u ocurrencias, porque nos consta que hay grandísimos profesionales en la materia, la directora de la Escuela de Mentoring, Maria Luisa de Miguel, tiene el gusto de conocer personalmente a unos/as cuantos. Lo que queremos es poner el acento sobre un concepto, el de la Inteligencia Emocional, que a nuestro entender se nos está gastando de tanto usarlo, como dice la canción de Rocio Jurado, hablando del amor, y de usarlo mal.

Y esta reflexión viene a Maria Luisa de Miguel en un momento en que tiene por delante el gran reto de diseñar e impartir un Programa de Gestion Emocional para los Directivos/as de una multinacional del sector financiero. Y decimos reto, porque es la primera vez que va a trabajar única y exclusivamente contenidos de Inteligencia Emocional, siempre los ha tocado dentro de otros programas, principalmente de desarrollo del talento, liderazgo, coaching, mentoring, gestión del cambio, pero nunca de forma exclusiva. Y reto también, porque tiene muy presente sus decepciones con la formación en esta materia, las cosas que ella no quiere hacer, o en las que no quiere caer. Un compañero de profesión le dijo una vez que tenía que reconciliarse con la Inteligencia Emocional. Parece ser que ha llegado el momento, este nuevo reto, que ha aceptado con toda la consciencia del mundo, será su reconciliación y la oportunidad de transmitir lo que ella cree que es verdaderamente la Inteligencia Emocional, y que quiere avanzar en este post.

La primera vez que apareció el concepto de Inteligencia Emocional fue hace aproximadamente 30 años, y sin duda para Maria Luisa de Miguel una de las mejores definiciones es la contenida en el Handbook of Intelligence de John D. Mayer, Peter Salovey y David R. Caruso: “La habilidad para percibir y expresar las emociones, asimilar las emociones en el pensamiento, comprender y razonar a través de las emociones y regular las emociones en uno mismo y en los demás”

Esta definición de Inteligencia Emocional está cargada de inteligencia, porque percibir, asimilar en el pensamiento, comprender, razonar y regular son funciones de la inteligencia. Nos resultan curiosos esos comentarios, bastante frecuentes, acerca de que la inteligencia no es suficiente para triunfar en la vida, que hace falta y es más importante la inteligencia emocional, como si la inteligencia emocional no fuera inteligencia. Nosotros creemos que el gran error, en el que hemos caído prácticamente todos, es disgregar el concepto, y poner el acento en emocional y no en inteligencia. La inteligencia emocional no son las emociones, y ser emocional no es ser inteligente emocionalmente, dejarse llevar por las emociones no es ser inteligente emocionalmente, expresar las emociones sin límites ni control, no es ser inteligente emocionalmente. De la misma forma que no es signo de inteligencia emocional no darle el espacio necesario a las emociones, no ser consciente de ellas, no expresarlas de forma ecológica, no tenerlas en cuenta, y otras cruzadas inquisidoras contra las mismas.

Las emociones forman parte de nuestras vidas, al igual que los pensamientos, están ahí, no podemos eliminarlos son funciones vitales. La manera en cómo utilizamos unas y otros, junto con otros factores (nuestro cuerpo, nuestras relaciones, la comunicación….), determina cómo somos de inteligentes. Y la clave de todo esto está en la manera en cómo utilizamos nuestros recursos (emociones, motivaciones, valores, pensamientos, cerebro, cuerpo…) porque eso es la inteligencia: recopilación de información, procesamiento y tratamiento de dicha información, comprensión y aprendizaje de dicha información y utilización de dicha información para orientar el pensamiento, la resolución de problemas y la acción. La inteligencia es una habilidad mental ligada a operaciones cognitivas. La Inteligencia Emocional es una habilidad mental en el manejo y gestión de las emociones.

La emoción como la cognición son dos operaciones mentales. La emoción es una respuesta ante la percepción de un cambio en las relaciones y el entorno. Cada emoción organiza diversas respuestas que se traducen en acciones ante cada situación. Por ejemplo, ante una situación de peligro, la emoción del miedo puede optar por la respuesta de huir, atacar, o paralizarse. En este sentido las emociones gozan de cierta dosis de flexibilidad en cuanto a número de respuestas y elección de las mismas. Las respuestas de la emoción son más automáticas, rápidas y menos elaboradas o deliberadas. La cognición también ofrece respuestas ante diversas situaciones del entorno, pero además tiene la capacidad de aprender del entorno y de innovar en cuanto a las respuestas, es decir, es capaz de crear respuestas diferentes y nuevas ante situaciones hasta ahora no conocidas. La cognición es un proceso mental de mayor flexibilidad que la emoción, de más elaboración, deliberación y tiempo de respuesta.

La Inteligencia Emocional es una función mental en la que se interconectan emoción y cognición. En el ejemplo de la situación de peligro la emoción del miedo sin filtro de la cognición tenderá a generar la misma respuesta que una primera vez funcionó. Cuando entra en juego la cognición se analiza el tipo de peligro, las opciones de respuesta y se elige la más adecuada en función de la situación concreta.

 

Para entender aún mejor lo que es el desarrollo de la Inteligencia Emocional, pondremos un ejemplo con una de las llamadas competencias emocionales: la empatía. Para desarrollar la empatía hace falta desarrollar funciones mentales propias de la inteligencia como son la atención, la capacidad de observación, la percepción, la capacidad de procesar diferentes informaciones (tono voz, lenguaje no verbal, palabras, etc), de comprenderlas y darles un significado acertado y elaborar una respuesta acorde a ello. De esta forma somos capaces de detectar estados de ánimo más allá de las palabras, por ejemplo, cuando a pesar de que una persona sonría y nos diga que todo está bien, sabemos que no es así, y que se siente mal, y en base a ese conocimiento podemos decidir actuar y acompañarla en esa emoción y ayudarla a gestionar esa emoción. A su vez, la conciencia emocional, otra de las competencias emocionales estrella, requiere consciencia, que es una de las operaciones mentales fundamentales.

Identificar la inteligencia emocional con competencias emocionales confunde las cosas, lo mismo que incluir en la Inteligencia Emocional rasgos de personalidad, porque confunde las áreas de intervención y aprendizaje para la mejora de la inteligencia emocional. Si realmente queremos desarrollar la inteligencia emocional, no nos centremos en desarrollar la empatía, la conciencia emocional, la conciencia política, el trabajo en equipo, el optimismo, por citar algunas. Vayamos al origen, a la fuente de las capacidades mentales que es necesario desarrollar y cultivar para ser emocionalmente inteligentes. Y en este punto, para nosotros una guía muy acertada es el modelo integrativo de Inteligencia Emocional de Mayer y Salovey:

1.- Percepción y evaluación de las emociones: capacidad de identificar emociones en nosotros y los demás a través de estados físicos (cuerpo), de pensamientos, de comportamientos, en el lenguaje. Esto requiere desarrollar la atención, la observación, la  consciencia y la reflexión.

2.- Autorregulación emocional: capacidad de utilizar las emociones para generar experiencias emocionales o estados de animo que faciliten el pensamiento y la acción. Esto implica identificar cual es el estado emocional optimo para llevar a cabo cada acción, saber como llegar a dicho estado y hacer todo lo necesario para provocarlo, evitando los distractores, y permanecer en él. Esto tiene mucho que ver con el uso de la atención, de la energía, de la concentración. En la motivación hay mucho de autorregulación emocional.

3.- Comprensión, razonamiento y expresión emocional: supone la capacidad de reconocer cada emoción exactamente y en el grado de intensidad emocional en el que está, el momento en que aparece y qué la desata, detectar la necesidad insatisfecha,  así como analizar y razonar sobre todo este proceso, como me afecta e influye en mis pensamientos y actos, y que puedo hacer para dar una expresión adecuada a dicha emoción.  Aquí intervienen funciones mentales como el análisis, la toma de decisiones y el lenguaje.

4.-Manejo y regulación emocional: consiste en la habilidad para usar las emociones, por ejemplo en ser capaz de asociarse y disociarse emocionalmente según sea necesario, calmarse a uno mismo y a otros en un momento de ira, tranquilizarse en caso de nerviosismo, etc. Aquí intervienen funciones mentales como la atención, consciencia, análisis, toma de decisiones.

Alinear emoción y cognición, hacerlas bailar juntas de forma armónica y acompasada es Inteligencia Emocional. Esto requiere la capacidad mental de razonar adecuadamente a través de la emoción, de incorporar la información emocional en la toma de decisiones (que no son reacciones instintivas ni emocionales, sino actos de voluntad deliberados), integrándola en nuestro proceso de deliberación de una forma acertada y servirnos útilmente de la emoción para pensar eficazmente.

Hoy queremos ceder el espacio de Escuela de Mentoring a una persona, que hemos tenido el placer de acompañar durante parte de su recorrido para despertar su talento y convertir sus sueños en realidad. Se trata de Laura García Hernández, propietaria de la marca de ropa Sanla y autora del libro “Mi cabeza la piloto yo” que hemos tenido el privilegio de presentar el pasado 16 de Diciembre en el FNAC.

Laura es un ejemplo de como los sueños se hacen realidad, de como el potencial se convierte en talento, y de cómo ser feliz haciendo aquello que te gusta con valentía, determinación y perseverancia.  Laura refleja en su libro la historia de una persona que decide apostar por lo que quiere y consagra cada día de su vida a luchar por ello. Esta historia se refleja en su libro “Mi cabeza la piloto yo”, y estas son algunas de las ideas sobre él, que compartimos en su presentación:

 

“Mi cabeza la piloto yo” es un canto a la libertad. Una llamada a deshacerse de lastres, de límites, de miedos, para decidir quién quieres ser, qué quieres lograr y cómo quieres hacerlo. Es una llamada a conectar con el deseo de realizarnos como personas que todos tenemos.

Este libro te invita a emprender un viaje, un viaje para hacer realidad tus sueños. Este es el viaje que ha llevado a cabo Laura para convertir su sueño, de diseñar camisetas y crear su propia marca de ropa, en la realidad que hoy es el “universo Sanla”, una mezcla de magia y camisetas.

La directora de Escuela de Mentoring, Maria Luisa de Miguel, ha tenido el placer de acompañar a Laura durante parte de esta travesía, primero como coach y luego como mentora, y ha podido experimentar eso que tanto les gusta a los coach y mentores: el despertar del talento. Además de la admiración por el afán de superación que tiene Laura, y sus ganas de regalar lo mejor de sí al mundo. La directora de la Escuela de Mentoring afirma que trabajar con Laura le ha permitido vivir en cada uno de sus encuentros la esencia de lo que es su trabajo: ser caminantes.

“Mi cabeza la piloto yo” encierra entre sus páginas un mensaje de esperanza: si escojes ser valiente, apostar por ser tu misma y tener el coraje de perseguir tus sueños, vivirás siendo feliz, y eso es un obsequio muy valioso para el mundo, porque la Felicidad se contagia.

Y eso es lo que ha impulsado a Laura a escribir este libro “CONTAGIAR” sus ganas de vivir, de ser ella misma, de realizar sus sueños, de revolucionar su vida, de superar sus miedos, con la idea de que, compartir su propio camino y experiencia, puede ayudar a otros a dar el paso de vivir en su elemento: ese lugar donde confluyen nuestras pasiones y nuestros talentos.

 

Todo ello se recoge en 22 capítulos de su libro que llevan por título 22 ilustraciones y frases Sanla, que reflejan las distintas etapas y aprendizajes que Laura ha vivido para convertir su sueño en realidad. Hoy queremos0 destacar 5 de esas frases cargadas de mensajes:

“Todos tenemos algo especial, si tú también”: Todos llevamos una empresa secreta dentro, cuando la descubrimos se convierte en nuestra mejor apuesta, y no pararemos de invertir en ella, y todo ese esfuerzo y energía se transforma en unos resultados que contribuyen a hacer un mundo mejor. Nuestra empresa secreta es nuestro mejor legado.

“Si hay amor se encuentra la manera”: Cuando descubrimos nuestra empresa secreta, que es lo que verdaderamente amamos hacer en la vida, se desata una fuerza imparable que hace florecer todo nuestro talento, nos hace ser valientes, tener coraje, perseverar y abrirnos a un sin fin de oportunidades, encuentros y momentos únicos que la vida nos brinda para ser felices y hacer realidad nuestros propósitos.

“Conquista tus miedos y conquistarás tu vida”: La fuerza del amor por uno mismo y por lo que hacemos, nos da la confianza y el aplomo necesario para reunirnos con nuestros miedos, para acudir a esa cita pendiente que teníamos con ellos, mirarlos a la cara, escuchar lo que nos quiere decir, jugar con ellos, negociar con ellos y convertirlos en nuestros aliados para conquistar el mundo

“Vine a ser Feliz, no me distraigas”: Cuando convives en paz y libertad con tus miedos, te das cuenta de que has venido a este mundo a ser feliz, que esa es la empresa secreta que todos compartimos, y que no debes permitir que nada ni nadie te distraiga de ese camino, ni siquiera tus miedos, por muy tuyos que sean.

“Juntos disfrutando lo bueno y esquivando lo malo”: La vida son encuentros, y nuestra felicidad depende de la calidad de estos encuentros. Tu escoges el tipo de personas, relaciones y encuentros que quieres quedarte, y los que quieres dejar atrás. Rodéate de personas que enriquezcan tu vida y te hagan crecer, esquiva la negatividad y las personas que te limitan o empequeñecen. De esta decisión depende gran parte de tu felicidad, recuerda no te distraigas.

Estas son algunas de las 22 frases, reflexiones y aprendizajes que puedes encontrar en “Mi cabeza la piloto yo”. Pero aún hay más, porque este libro viene acompañado de un “Cuaderno de Pilotaje”, para que trabajes en tu plan de vuelo personal a medida que disfrutas de la lectura del libro. Para que vayas registrando en él, todas las ideas y reflexiones que irán surgiendo, y que te ayudarán a hacer realidad tus sueños.

Alcanzar nuestros sueños requiere acción, determinación y perseverancia, esto es lo que ha hecho Laura y lo que cuenta en su libro. Leer “Mi cabeza la piloto yo” despertará tu talento y tu pasión, pero vivir en ellos, con ellos y de ellos es una tarea que solo te corresponde a ti, y para llevarla a cabo necesitas trazar un plan de acción por escrito y llevarlo a cabo, ponerlo en práctica, sin distracciones. Para eso está pensado el Cuaderno de Pilotaje.

“Mi cabeza la piloto yo” es un libro para disfrutar, para reflexionar, para hacerse preguntas, para despertar ideas, para encontrar respuestas, para movilizar recursos que te ayudarán a poner en marcha tu empresa secreta. El cuaderno de pilotaje será tu compañero en esa empresa.

Nos gustaría que leyeras este libro, y que a través de él te embarques en el apasionante viaje de descubrir tu talento y ponerlos al servicio de tus sueños. Nosotros hemos disfrutado mucho leyéndolo, si bien confesamos que nuestro mayor disfrute ha sido el viaje al lado de Laura, sin duda una experiencia apasionante de la que hemos aprendido mucho, y que nos ha llenado de energía para continuar en nuestro trabajo de acompañamiento, ayudando a otras personas a hacer realidad sueños, descubrir su esencia, y apostar por su talento.

Gracias Laura por habernos escogido para caminar a tu lado en este viaje.

*El miércoles 21 de Diciembre más, presentación del Libro en el Club de Prensa de La Nueva España en Oviedo, a las 19:00 horas, acompáñanos.

Invertir en el desarrollo del talento de los Millennials es invertir en el futuro de las organizaciones, pues serán ellos quienes ocuparán el mayor grueso del mercado laboral en los próximos 40 años. Es más, muchos de ellos serán quienes dirigen las empresas y organizaciones en unos pocos años.

¿Alguien se ha preguntado cuales son las prácticas de desarrollo de carrera que más demandan los directivos del futuro? Varios investigadores de diversas universidades (Monika Hamori, Burak Koyuncu, Jie Cao, Thomas Graf) han llevado a cabo un estudio basado en encuestas realizadas en más de 60 países a distintos jóvenes profesionales pertenecientes a la Generación Y, con el objetivo de determinar que buscan este colectivo para desarrollar su talento.

Una primera conclusión importante es que estamos ante un perfil de personas que considera el cambio de empresa, varías veces a lo largo de su carrera, como algo positivo y enriquecedor, así como una consecuencia natural de querer mejorar profesionalmente, aumentar su nivel competencial y su posición en el mundo de la empresa. Esto para las empresas supone un handicap importante, pues será difícil retener el talento de este tipo de profesionales que no valoran la fidelidad a la organización.

La investigación citada señala una hoja de ruta a las empresas para fidelizar el talento de los millennials, puesto que según las encuestas realizadas las prácticas de recursos humanos que más reducen la búsqueda de nuevo empleo son:

– Formacion dirigida al desarrollo de carrera

– Planes de desarrollo personalizados

– Prácticas que faciliten el día a día en la empresa

Feedback directo sobre el rendimiento

Una segunda conclusión del estudio se refiere a las prácticas de desarrollo del talento que más valoran y demandan los Millennials. Y en este punto, las encuestas revelan que hay 5 estrategias de desarrollo del talento preferidas por los Millennials:

1.-Oportunidades de puestos de trabajo que permitan el contacto y trabajo con la Alta Dirección, que supongan alta visibilidad, y responsabilidad en la toma de decisiones clave. En el 80% de los mentees que he tenido oportunidad de entrevistar en los 3 últimos años, pertenecientes a multinacionales de muy distintos sectores, se repite esta demanda de contacto con la Alta Dirección, y mayor visibilidad en la compañía.

2.-La participación de la Alta Dirección en la facilitación del desarrollo de carrera proporcionando orientación y apoyo

3.-Formación Formal, es decir, la tradicionalmente conocida formación en el aula, lo que no significa que no demandes nuevas metodologías y formatos de aprendizaje dentro del aula.

4.-Posibilidad de influir aunque no se tenga autoridad por el cargo

5.-Posibilidad de experimentar cosas nuevas y hacer cambios estratégicos. El objetivo de desarrollar una visión y pensamiento estratégico es también una constante en la mayoría de los mentees que he entrevistado en diferentes programas de mentoring en compañías multinacionales.

Otro resultado revelador de este estudio es que los integrantes de la generación Y consideran importantes las prácticas de desarrollo basadas en coaching y/o Mentoring, y sin embargo, las conclusiones del ya mencionado estudio revelen que es en relación a estas dos prácticas donde más brecha existe entre lo que demandan los trabajadores y lo que estos sienten que les está aportando o facilitando su empresa.

¿Como conjugar todo esto y diseñar programas que verdaderamente impulsen el talento en la forma que demanda la generación del futuro? Mi apuesta son los Programas Formales de Mentoring en Red para el desarrollo del talento y el liderazgo. Desde hace años vengo desarrollando diversos programas de mentoring en distintas organizaciones en los que se conjugan todas las prácticas y demandas que revela el estudio. Y lo hago de una forma estratégica, no como prácticas o acciones aisladas, sino con un hilo conductor y unos objetivos muy claros. De esta forma el mentoring aporta valor a las organizaciones y les ayuda a afrontar con eficacia los retos a los que se enfrentan.

 

Partiendo del objetivo que la organización quiere conseguir con el programa, se diseña un programa formal que incluye no solo los procesos de mentoring entre mentor y mentee, sino formación en el aula, workshops, encuentros para interactuar, conectar y compartir, y otra serie de actividades complementarias dirigidas a desarrollar el talento. Trabajamos en desarrollo competencial en su triple dimensión: intelectual, emocional y social.

Nuestros programas de mentoring en red aunan todas las prácticas de desarrollo del talento que el estudio citado señala como claves:

1º.-Planes de desarrollo personalizados:  el programa de mentoring pivote sobre los procesos de mentoring individuales entre mentor y mentee, donde cada mentee elige su objetivo de desarrollo de carrera y su mentor le guía para lograr el mismo de acuerdo a las características, estilos de aprendizaje, necesidades, etc del mentee.

2º.-Formacion dirigida al desarrollo de carrera: en un programa de mentoring se contemplan acciones formativas específicas para los mentees, en base a las necesidades y demandas detectadas en las entrevistas previas. Asimismo, dado que los programas se diseñan de una forma flexible, si durante el seguimiento de los procesos se detectan nuevas demandas formativas, se introducen en lo que resta de programa.

3º.-Prácticas que faciliten el día a día en la empresa: los mentores a través de su experiencia en el trabajo del día a día de la empresa, aportan consejos prácticos a sus mentees, que les facilitan su trabajo diario. Este tipo de consejos son una de las claves por las que el mentoring acelera los procesos de aprendizaje.

4.-Feedback directo sobre el rendimiento: Las sesiones de mentoring entre mentor y mentee están específicamente diseñadas para que el mentee traiga ejemplos concretos de acciones, estrategias y comportamientos desarrollado en su puesto de trabajo, así como resultados obtenidos,  y obtener el feedback  y feedforward de su mentor. Con ello se logra reforzar los comportamientos efectivos, desactivar las estrategias que no están funcionando, y establecer acciones de mejora, así como experimentación de otras alternativas de acción.

5.- Oportunidades de trabajar en contacto con la Alta Dirección:  En nuestros programas de mentoring los mentores en un 70% de los casos pertenecen a la Alta Dirección de la empresa, con lo que todos los mentees de una forma directa (sesiones de mentoring) o indirecta (resto de actividades) trabajan y están en contacto con la Alta Dirección de la Empresa Esto supone una ampliación de perspectivas para los mentees, una integración de aprendizajes de visiones distintas para la compañía, y un incremento de la visibilidad de los mentees.

6.- Participación de la Alta Dirección en la facilitación del desarrollo de carrera proporcionando orientación y apoyo: El hecho de que los mentores sean parte de la Alta Dirección implica su participación directa en el desarrollo de carrera de sus mentees. Además los Comites Internos de Seguimiento del Programa, siempre están integrados por personas del Comité Ejecutivo de la organización. La orientación de carrera que se consigue con ello es mucho más estratégica, global, conceptual y corporativa.

7.-Formación Formal: Como ya he citado, en todos los programas de mentoring se organizan distintos talleres formativos, dentro de la empresa, para los mentees, lo que además de suponer un incremento de sus conocimientos y desarrollo de sus habilidades, posibilita la interacción e intercambio de visiones entre personas de muy distintas áreas funcionales de la compañía.

8.-Posibilidad de influir aunque no se tenga autoridad por el cargo: Los mentores son un modelo de comportamiento en la habilidad de influir en los demás, y por eso los mentees desarrollan esta habilidad de una forma más rápida a través del ejemplo de sus mentores. Son muchos los ejemplos, que yo he vivido, de mentees que llegan a influenciar en sus propios superiores una vez pasado por un proceso de mentoring.

9.-Posibilidad de experimentar cosas nuevas y hacer cambios estratégicos: Los mentores retan a sus mentees a probar nuevos cursos de acción, asumir nuevas responsabilidades, experimentar cosas nuevas en su puesto de trabajo. Previamente preparan emocional e intelectualmente a sus mentees para asumir esos retos, lo que incrementa sus niveles de autoeficacia y motivación y sus posibilidades de éxito. Una de las labores más importantes de los mentores es desarrollar la visión y pensamiento estratégico en sus mentes, los cuales incorporan esta habilidad directiva a su puesto de trabajo, introciendo cambios estratégicos de gran valor para su compañía.

Por todo ello, los programas de mentoring que trabajamos multiplican el talento, porque con una intervención de aproximadamente un año bien diseñada, coordinada y ejecutada se consiguen satisfacer todas las demandas de desarrollo de carrera de los participantes. Además de esto,  los programas de mentoring incrementan el nivel de engagement de los participantes con la organización, lo cual es fundamental para retener el talento, máxime en una generación de profesionales que no valoran la fidelidad a la organización.

Si quieres saber más de nuestros programas de mentoring, te animo a que nos conozcas en www.escueladementoring.com.

El pasado 17 de Noviembre impartía una conferencia para el Servicio de Empleo del Ayuntamiento de Aviles, bajo el título “La Gestión de las Diferencias en las Organizaciones, una competencia clave para el éxito”, dentro de la semana de actividades dedicada a la Gestión de los Conflictos.

Me gustaría compartir contigo alguna de las reflexiones que dieron forma a dicha conferencia, que también puedes seguir a través de la presentación en prezi.

Un conflicto son dos partes contrapuestas por las diferencias. Diferencias en la forma de ver las cosas, en las opiniones, en los valores, en las necesidades, en las ideas, en las direcciones a tomar, pero diferencias al fin y al cabo.

Y es precisamente en el miedo a la diferencia, donde está el origen de los mayores conflictos de la historia: la exclavitud, la colonización, las guerras, la discriminación de las mujeres, el apartheid, la inquisición, y podría seguir nombrando.

Desde que el hombre es hombre, nos las hemos ingeniado para a partir de una diferencia real o de hecho (el color de la piel, por ejemplo) convertirla en una discriminación, en una elección de una parte frente a la otra, oponiéndolas y dando más poder a una sobre otra, a través de la utilizando de la fuerza de la dominación. Y todo ello por el miedo a la diferencia, por el miedo a perder el poder, el estatus, el valor frente a otra parte que no es como nosotros, el control. Y en defensa de ese miedo surge la protección no siempre acertada del ego, que basa la resolución de los conflictos en ganar-perder, en uno u otro, lo que no resuelve el fondo del conflicto, porque una parte queda con una necesidad no satisfecha que permanece latente, demandando atención, y por tanto, consumiendo energía y contaminando el ambiente.

Los conflictos tienen dos caras. Una negativa, que es la pérdida de energía que supone resistirnos a la gestión del conflicto, mantenerlo latente, confrontar permanentemente buscando imponer nuestra razón o posición. Y otra positiva, porque son una oportunidad para aprender, para crear y para crecer personalmente. De nosotros depende que cara del conflicto queremos mirar.

Si queremos gestionar los conflictos adecuadamente, tanto si son conflictos internos como externos, la mejor herramienta que tenemos para ello es la conversación. Pero no cualquier tipo de conversación, sino una conversación inteligente, ese tipo de conversaciones en las que desarrollamos una comunicación afectiva y efectiva.

Esas conversaciones que tienen espacio para el desahogo emocional, para fijar un objetivo a conseguir, para buscar alternativas y opciones a la situación, es decir, para crear soluciones, y para tomar decisiones y comprometernos en llevarlas a cabo, y para transformarlas en acciones que producen cambios y resultados en la gestión del conflicto. Con una conversación inteligente logramos convertir las diferencias en fuente de creación de oportunidades para la transformación: conectamos, integramos, co-creamos, transformamos.

Sin embargo, nos pasamos el 80% del tiempo dedicado a una conversación a diagnosticar la situación, a buscar las causas del conflicto, o los culpables, a defender nuestras posiciones, y eso nos impide crear esperanza, futuro, posibilidades, una nueva realidad más plena y satisfactoria. Humberto Maturna señala que gran parte de los problemas de efectividad y sufrimiento que tenemos en la vida personal y organizacional derivan de una incompetencia conversacional. Perdemos muchas oportunidades de crecimiento, de aprendizaje y mejora por no saber conversar inteligentemente. “La calidad de nuestras conversaciones determina la calidad de nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, y la calidad de nuestra vida” Humberto Maturana.

¿Por qué nos cuesta tanto tener conversaciones inteligentes? Por miedo a la diferencia, por conflictos internos no resueltos, y por actitudes inconscientes que adoptamos ante los conflictos, que hacen que estos se enquisten y no sea gestionados adecuadamente: miramos para otro lado como si el conflicto no existiera y se fuera a resolver solo (EVITACION); cedemos para no discutir, para no desagradar (SERVILISMO); nos imponemos para no mostrar nuestra debilidad (DOMINACION); negociamos y negociamos hasta la extenuación (PERSISTENCIA) por nuestra incapacidad para aceptar la pérdida que todo cambio lleva implícita, y que toda solución de conflicto supone.

Debemos ser conscientes de estos miedos, de nuestros propios conflictos internos y de nuestras actitudes ante el conflicto para comprometernos a buscar la coherencia cardiaca personal y organizacional. Para ello debemos elevar el nivel de nuestras conversaciones, tanto internas con nosotros mismos, como con los demás. Elevar el nivel de las conversaciones significa crear sintonía comunicativa a tres niveles: de contenidos, de emociones y de motivaciones. Eso significa buscar en todas las conversaciones el punto de conexión con nuestro interlocutor, el punto en el que confluyes y compartes algo en común (un valor, una pasión, un estado ánimo, una idea, un ideal….), y escuchar y conversar desde ahí, para crear la sintonía comunicativa.

 

Elevar el nivel de las conversaciones, supone no quedarse en la superficie de lo que expresa verbalmente el otro en forma de demanda, y tener interés por profundizar y averiguar cuales son sus intereses y sus necesidades.

La POSICION es lo que las partes expresan con claridad, la demanda de lo que quieren. Detrás de las posiciones existen unas NECESIDADES e INTERESES que no se suelen explicitar y que sin embargo son el origen del conflicto y la razón de su mantenimiento.

Las posiciones e intereses son negociables. Las necesidades muchas veces no, y hay que aceptar la imposibilidad de llegar al acuerdo.

Yo he tomado un camino, el coaching y el mentoring, con una intención: llenar las organizaciones de conversaciones inteligentes. A través del coaching y el mentoring, es decir, a través de conversaciones inteligentes, ayudo a las personas a gestionar sus conflictos internos para crear relaciones más sanas en las organizaciones, lo que supone gestionar constructivamente los conflictos externos.

Cada uno de nosotros es un universo de diferencias, que se une cada día a otro universo de diferencias. En las organizaciones actuales las diferencias están por todas partes (generaciones, sexos, culturas, estilos de vida, etc), sino aprendemos a gestionarlas a través de conversaciones inteligentes, los conflictos nos van a destruir como personas y como sociedad. Gestionar las diferencias implica:

– Gestionar nuestras partes en conflicto a través de la reconciliación interior, para lograr la coherencia cardiaca personal.

– Contemplar las diferencias como fuentes de oportunidades, de co-creación y de transformación. No como partes contrapuestas, sino como partes en interacción.

-Olvidarnos de poner el foco en eliminar las diferencias, y por tanto, en la elección de una parte u otra, y trasladar el foco a la gestión de las diferencias, a la integración de A y B para crear algo nuevo que sea más que la suma de cada parte.

– Actuar conscientemente en las organizaciones desde esa actitud de coherencia cardiaca para enfrentar los conflictos de forma constructiva e integradora, logrando la coherencia cardiaca organizacional

“Cuando una persona no toma conciencia de sus contradicciones interiores, la realidad forzosamente representará el conflicto”Carl G. Jung.

El poder del cambio está en nuestras manos, la gestion de la diferencias está en nuestras manos, la gestion constructiva de los conflictos está en nuestras manos. Comprométete con la coherencia cardíaca personal y la impecabilidad personal, y lograrás generar el estado interior necesario para afrontar cualquier situación en la vida, y no convertirla en un conflicto, estando abierto a las diferencias como fuente de crecimiento personal.

Cada uno de nosotros tiene un potencial deseando convertirse en talento. Sin embargo a veces surgen procesos internos que nos impiden liberarlo sin ser conscientes de ello.

Cada uno de nosotros es un sistema formado por mente, cuerpo, corazón, energía y espíritu. Y nuestro éxito depende de saber hacer trabajar en equipo de forma óptima a cada una de esas partes. Sin embargo, a pesar de estar dotados de todo lo necesario para funcionar óptimamente y desarrollar todo nuestro potencial, se generan en las personas una serie de disfunciones (mal funcionamiento), que les llevan a estancarse, bloquearse, desorientarse, hastiarse, desesperarse, desilusionarse, desconectarse, y otros “des”, que como dicen Jaume Soler y M. Mercé Conangla nos están conduciendo a un cansancio moral generalizado.

Desde esta óptica del ser humano como sistema, no resulta difícil ver el paralelismo de funcionamiento entre una persona y un equipo. Y es curioso como esas disfunciones en las personas son similares a las que Patrick Lencioni relata en su libro “Las cinco disfunciones de un equipo”. Alguna de esas disfunciones las he vivido en mi misma, y por eso soy consciente de la importancia de detectarlas, asumirlas y trabajarlas para crecer personal y profesionalmente.

  1. Ausencia de confianza en uno mismo y en los demás.

La falta de confianza nos hace dudar de nosotros mismos y de los demás. Esa duda nos hace vacilar a la hora de tomar decisiones y emprender acciones, procrastinando el logro de nuestras metas. La falta de confianza nos impide abrirnos a descubrir como realmente somos, a compartir con los demás, a explorar nuevas experiencias, a conocer más profundamente a otros. Cuando desconfiamos nos volvemos temerosos, controladores y cerrados. Estas actitudes conllevan un ingente gasto de energía, la que dedicamos a protegernos, defendernos y a esconder nuestras debilidades.

Esa energía que empleamos en defender, esconder y proteger nos impide invertirla en explorar nuestro potencial y desarrollarlo, en emprender las acciones para lograr nuestros objetivos, y en aprovechar las oportunidades que nos brindan los demás y el entorno.

Cuando confiamos nos abrimos, nos focalizamos y nos llenamos de energía para perseguir nuestras metas, porque dejamos de controlar nuestra conducta y la de los demás, de considerar cada cosa que pasa como una amenaza para nuestro ego, de dudar sobre nuestras capacidades.

Aceptar nuestra vulnerabilidad y compartirla nos abre la puerta hacia el crecimiento, porque nos hace ver que todos tenemos debilidades pero que pueden ser compensadas con nuestras fortalezas, y con las fortalezas de los otros. Nos hace comprender que todos nos necesitamos, y que pedir ayuda y darla es el acto más liberador que puede existir.

 

  1. Temor y huida del conflicto

Cuando no confiamos en nosotros mismos, evitamos enfrentar nuestros propios conflictos internos, y eso además de que limita nuestro crecimiento y autorrealización, nos lleva en muchos casos a aceptar las demandas de los demás en detrimento de nuestros objetivos, por no atrevernos a decir NO.

Como organismo vivo y abierto que somos estamos en permanente estado de desequilibrio-caos-orden-equilibrio. Esto es un ciclo natural que ocurre de forma habitual aunque no seamos consciente de ello. El desequilibrio y el caos surgen de nuestros conflictos internos (quiero, pero debo, quiero y no me atrevo, quiero y no puedo), de nuestro conflicto entre lo que nosotros queremos y lo que quieren los demás, entre nuestras expectativas y las demandas del entorno, entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, o entre nuestra propia escala de valores.

Evitar el conflicto no lo resuelve, es más lo mantiene, nos mantiene en lucha con nosotros mismos ocasionando grandes consumos y pérdidas de energía. Evitamos el conflicto cuando no nos enfrentamos a nuestros miedos, nuestras emociones disfuncionales, nuestras creencias limitantes, nuestras inseguridades. Huimos del conflicto dejando de hacernos las preguntas que provocaran la consciencia de lo que realmente pasa, dejando de parar para reflexionar y encontrarnos con nosotros mismos.

Una buena relación con nosotros mismos solo se construye desde la superación de los conflictos. Porque evitar el conflicto eleva el nivel de tensión, la tensión hace que nos ocasionemos daños en forma de ataques personales a nuestras capacidades, intenciones, identidad, etc. O en forma de ataques a nuestra salud (exceso de trabajo, exceso de alcohol, exceso de comida, relaciones dañinas). Cuando el nivel de tensión se eleva hasta el máximo punto sostenible, la persona se desborda, y todo comienza a hacer aguas.

  1. Falta de compromiso.

No nos comprometemos porque no tenemos claridad sobre nuestras metas y no aceptamos la realidad en la que tenemos que actuar.

Para tener claridad de metas hace falta confianza en uno mismo, lo que implica un alto grado de autoconocimiento y consciencia, así como afrontar y trabajar nuestros conflictos. Ahora bien a veces el mayor conflicto es la no aceptación de la realidad en la que estamos. No aceptar nos lleva a la queja permanente, a la excusa y a la falta de asunción de la responsabilidad y de control de nuestra vida. Todo ello conduce a la no acción, a la reacción inconsciente o a la acción sin dirección. Ninguna de ellas nos lleva al logro de nuestras metas.

No aceptamos que no tenemos las mismas cualidades que otros, no aceptamos que otros sean mejores, no aceptamos que tenemos que renunciar a ciertas cosas para lograr otras, no aceptamos los errores, no aceptamos nuestros resultados, no aceptamos los mapas del mundo de los demás.

No nos comprometemos porque buscamos el consenso, la perfección, el ideal, la total seguridad y certidumbre. Así nuestro tiempo y energía se gastan en buscar ese ideal de perfección, o la seguridad de tenerlo todo para tomar la acción a la que nos hemos comprometido. Otras veces la energía la empleamos en quejarnos de la situación que tenemos o echarle la culpa de la misma al sistema o al resto del mundo. Al final todo ello nos lleva a no actuar, a hacerlo demasiado tarde, o realizar una acción que no nos acerca a nuestra meta.

No nos comprometemos porque tenemos miedo a perder, porque sabemos que con cada compromiso, renunciamos a algo y lo queremos tener todo. No nos comprometemos porque estamos apegados a nuestra comodidad (que confundimos con perfección o seguridad), y no queremos asumir el riesgo de perder lo conocido y seguro por ir a buscar lo desconocido e incierto.

  1. Evitación de responsabilidades

Como no nos comprometemos, no decidimos, y en lugar de aceptar nuestra indecisión y nuestra falta de compromiso, empezamos a echar balones fuera.

Cada vez que en la ejecución del plan de acción, que hemos diseñado con la más novedosa herramienta o técnica del mercado, surge algo no previsto, un obstáculo, un resultado no deseado, una debilidad de la que no éramos conscientes, alguien cuyos éxitos nos hacen dudar del nuestro, volvemos a nuestra trinchera. Y desde ella volcamos todo nuestro esfuerzo en culpar a otros.

Dejamos de rendir cuentas frente a nosotros mismos sobre nuestros comportamientos y nuestros resultados, y eso nos castra el crecimiento. Sin reflexión sobre el resultado de nuestras acciones no hay aprendizaje ni posibilidad de mejora o cambio. La falta de autofeedback nos devuelve al lúgubre mundo de la inconsciencia.

Hacemos dejadez de responsabilidad porque no podemos tolerar la incomodidad de sabernos no infalibles, porque evitamos las conversaciones difíciles con nosotros mismos, que son la antesala del nacimiento de conflictos.

 

  1. Falta de atención a los resultados

Es bastante frecuente, que pesar de tener la meta clara y el plan de acción trazado, en el camino nos dediquemos a ocuparnos de temas distintos que nos alejan de nuestro objetivo. Las razones, comodidad, miedo a defraudar a otros por no atender sus demandas, inseguridad sobre nuestras capacidades para llevar a cabo las acciones planeadas con éxito, y algunas otras.

Por el camino vamos perdiendo el foco de nuestra meta, dispersando nuestra atención en cuestiones improductivas: lo que hacen los demás, lo que más nos apetece en cada momento, lo ultimo que ha surgido y es más innovador, las actividades rutinarias, la búsqueda de afecto constante, la satisfacción de nuestro ego.

Nada de lo que hacemos es bueno o malo en si mismo, o mejor o peor, todo depende de si nos ayuda a lograr o no el resultado que nos marcamos.

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En los procesos de coaching y mentoring ayudamos a las personas a liberar todo su potencial, acompañándolos en el proceso de localizar todos sus recursos y elementos internos (ideas, pensamientos, emociones, creencias, fortalezas, deseos, aspiraciones, valores, propósitos, motivaciones, mapas mentales, sensaciones, instintos) para activarlos, y facilitar que trabajen en equipo de una forma constructiva y equilibrada con el fin de lograr sus metas.

Con el coaching y el mentoring puedes aprender a ser el malabarista de tu vida, poniendo en juego todos tus recursos mediante un ciclo de flujo de energía constante y equilibrado. Estas son las 5 aportaciones del mentoring y el coaching para liberar tu potencial:

  1. Crea un espacio de confianza para poder compartir nuestra vulnerabilidad, y desde ahí conectar con nuestra esencia y autenticidad para reestrablecer nuestra seguridad y confianza.
  2. Nos ayuda a convertirnos en el mejor mediador, negociador y resoluto de nuestros propios conflictos
  3. Crea un espacio de claridad y sabiduría para fijar nuestras metas y para aceptar la realidad en la que tenemos que llevarlas a cabo, ayudándonos a aprender a tomar decisiones sabias y no perfectas.
  4. Crea un ciclo constante de reflexión-acción-reflexión que nos hace conscientes de asumir nuestra responsabilidad en el logro de nuestras metas, elevando y acelerando nuestra capacidad de aprendizaje.
  5. Nos mantiene de forma permanente focalizados en la meta, el objetivo y el resultado, ayundándonos a gestionar nuestra energía de forma optima.

El mentoring es un proceso volcado en el futuro del mentee. Mediante el mismo, pretendemos que el mentee “llegue a ser”. Pero es absolutamente inevitable que se susciten dudas de que esto sea posible. Primero porque nuestras estimaciones pueden no ser acertadas. Segundo, porque puedan no serlo las que haga el propio mentee. Tercero, porque sea precisamente esto lo que ocurra con las que establezca la organización.

Dejemos una cosa clara: no hay ningún método que pueda “curar de este mal”. El futuro es, hasta cierto punto, imprevisible. Lo que podemos hacer es afinar en nuestras previsiones, o, si se prefiere, reducir la carga de incertidumbre. Así que, el mentor (y la organización para la que trabaja) ha de ser capaz de gestionar este futurible. Este ha sido, desde siempre, uno de los grandes retos de la humanidad: manejarse en la incertidumbre; tanto la magia, la religión, como la ciencia surgieron para, entre otras cosas, hacer frente a este desafío.

Ese “futurible”, a efectos de lo que este artículo aborda, no es otro que tener claro el recorrido profesional que el sujeto puede llevar a cabo en función de lo que desde el modelo ADNe denominamos “posibilidades embrionarias”, y que es lo que comúnmente recibe el apelativo “potencial” en el vocabulario propio de los Recursos Humanos.

Para ello disponemos de diversas fuentes de información, a partir de las cuales hacer una estimación ponderada, razonable e indiciaria del “recorrido” posible de una carrera profesional. Expliquemos cómo se logra este objetivo.

En concreto, el proceso para afinar en este tipo de previsiones (que, recordemos, tiene como finalidad convertir potencial en talento) necesita de 3 elementos, que deben ser, en puridad, fuentes de información contrastadas y estructuradas:

-Lo que la organización va a pedir que se haga como consecuencia de procesos de mentorización y/o formación. Para ello, los requerimientos (que parten de lo que nosotros denominamos el ADN Corporativo –ADNcr-) han de ser traducidos a competencias objetivas y codificadas, adoptando un formato similar al clásico profesiograma.

-Lo que el mentee ha demostrado hasta el momento. Esto no debe basarse -si queremos ser rigurosos- en opiniones de compañeros, jefes o subordinados, sino en un sistema de evaluación del desempeño que cumpla con los estándares requeridos.

-Lo que el mentee puede llegar a hacer, sobre la base de las estimaciones a las que anteriormente aludíamos. Ahí es donde entra en escena el ADNe, a partir del cual hacemos una previsión de desarrollo competencial.

Veamos un ejemplo de cómo integrar esas fuentes de información (con la enorme aplicabilidad que ello comporta, siendo un instrumento valiosísimo para la planificación estratégica de los procesos de mentorización):

 

Competencias

puesto

Intensidad

requerida

Predicción según ADNe Nivel actual

práctica

Conclusiones
Automotivación 82,98% 84,06% 70,02% Target
Negociación 74,05% 75,18% 76,14% Límite
Comunicación 85,24% 62,15% 58,56% Hándicap
Conoc. entorno 70,00% 68.98% 50,78% Target
Desar. relaciones 83,25% 85,21% 85,16% Límite
Orientación logro 85,72% 86,02% 62,34% Target

Expliquemos brevemente el significado y alcance de los distintos epígrafes:

Competencias del puesto e intensidad requerida: estos datos derivan directamente del ADN corporativo, sobre el que se establecen una serie de matizaciones, en función del puesto-objetivo concreto.

Predicción según el ADNe: mediante un sistema de combinación ponderada de los distintos registros que componen el ADNe, establecemos una predicción del “hasta dónde podría llegar” el mentee en cada una de las competencias requeridas.

Nivel actual práctica: son datos que necesariamente deben ser extraídos del sistema de Evaluación del Desempeño que se utilice en la organización, y que ha de estar necesariamente vinculado a los principios básicos del Modelo de Competencias.

Conclusiones; en esta apartado incluimos el siguiente sistema de códigos:

  • Target: competencias-objetivo, es decir, áreas de incidencia prioritaria para el proceso de mentorización. Por un lado, no están desarrolladas al nivel requerido y, por otro, la predicción del ADNe es la de que tienen potencial de desarrollo por recorrer.
  • Límitecompetencias desarrolladas a niveles próximos a lo requerido y, por tanto, a descartar en el proceso de mentorización.
  • Hándicap: competencias que, por un lado, no llegan en su ejecución actual a lo exigido por la organización, y, por otro, tienen una predicción de desarrollo en función del ADNe por debajo de ese nivel de exigencia. Es la zona “conflictiva” del proceso, por cuanto puede suponer un replanteamiento y reorientación del mismo.

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Es importante matizar que el ADNe no trabaja con competencias directamente vinculadas a la adquisición de conocimientos formales y/o regulados (como, por ejemplo, el aprendizaje de idiomas), sino con aquellas relacionadas con el continuo carácter-temperamento-comportamiento, y que se corresponden con las denominadas competencias actitudinales, relacionales y procedimentales. Pero ello no invalida su enorme utilidad, ni mucho menos. Lo contrario sería suponer que el mentoring se reduce a una transmisión de “saberes” (¿o más bien de información?) cuando realmente tiene como objetivo la construcción de un saber-hacer que implica desarrollar habilidades y destrezas, dominar técnicas y procesos o forjar actitudes y disposiciones, que son precisamente las competencias sobre la que el ADNe establece su estimación predictiva.

Por la gran cantidad -y calidad- de la información recogida es indudable que nos encontramos con un instrumento de enorme valor que puede orientar de una manera más certera y precisa el trabajo del mentor, además de suponer una evidente fuente de ahorro de tiempo e inversión de recursos para las organizaciones.

Lucas Ricoy

Delegado en Galicia-Escuela de Mentoring

Responsable en Galicia del área ADNe & Coach Care de Jacoboson, Steinberg & Goldman

No te pongas límites y piensa en grande, es el único camino para hacer crecer tu talento.

No te estoy diciendo que no existan límites, y que no seas consciente de ellos, simplemente que no los crees tú, que no te autolímites. Pensar en grande te ayudará a superarlos, a ampliarlos, a bordearlos, o a diseñar nuevos caminos cuando esos límites sean infranqueables.

El mayor límite que tenemos es la estrechez de miras y de pensamiento, y a veces llevamos tanto tiempo viviendo con ella, que nos hemos vuelto miopes. Si quieres crecer, progresar, superarte, alcanzar tus metas, conseguir tus sueños, aquí te dejo 7 claves para hacer crecer tu talento:

1.- Crea una visión potente, emocionante y llena de sentido

Lo de soñar está bien, pero a veces los sueños son difusos. Lo de fijar objetivos es una buena práctica, pero a veces carecen de la necesaria fuerza para poner toda la carne en el asador, y que aflore todo nuestro talento.

Cuando me estaba certificando en Coaching, mi profesor Lucas Ricoy me dijo en un momento de la clase, hablando de la formulación de metas, Mª Luisa “La meta te tiene que poner”. Esta frase me ha perseguido desde entonces y me recuerda constantemente que, para sacar todo lo que llevamos dentro, para que de verdad nuestro talento brille, para no distraernos y centrarnos en nuestras metas, éstas tienen que engancharnos, apasionarnos, diría que hasta enloquecernos y obsesionarnos un poco, pero solo un poco. Una dosis justa de cierta locura pasional.

Crear una visión de aquello en lo que me quiero convertir, cómo me quiero ver, que quiero lograr, es el primer paso para hacer crecer nuestro talento. Una visión que tire de nosotros, que nos emocione, que despierte nuestra motivación, que nos impulse a perseguirla día a día, a pesar de obstáculos y contratiempos.

Yo cree esa visión, y surgió una meta “bailar y hacer bailar con las palabras”, el resto de la historia son este blog, mis post semanales, “El Arte de Preguntar en el Mentoring”, “Vine a ser Feliz, no me distraigas”,  las conferencias, los cursos de formación, la certificación en mentoring, y algunos proyectos más, que ya se están asomando a la vuelta de la esquina.

2.- Descarga tu mochila y hazle espacio a tu visión

Lo más difícil no es tener claro lo que queremos o hacia donde queremos ir, lo más difícil es vaciar nuestra mente y nuestra vida de las múltiples distracciones que nos apartan del camino.

Esas distracciones conforman una marea que a veces nos arrastra a un puerto no elegido. Te estoy hablando de las opiniones de los demás, las demandas diarias y urgentes de otros, el móvil, las normas, los “tengo que”, las emociones negativas como el miedo, las creencias limitantes como “el no puedo”, las prisas, las presiones sociales, nuestros conflictos internos no resueltos…..

Todo eso te sobra, te pesa y te resta la energía que necesitas para focalizarte en tu visión. Apartalo, echalo a un lado. Me da igual que sean personas, relaciones, compromisos, actividades, hábitos, etc. Si no contribuyen a realizar tu visión, no debe estar en tu vida.

Vas a necesitar mucho espacio mental, emocional, energético, físico y vital para dar rienda suelta a tu esencia, a tu potencial, así que empieza a liberar espacio.

Este trabajo de limpieza debe ser continuo, debes estar alerta, porque el día a día no se para, y las distracciones siguen acumulándose. Resérvate un espacio para reflexionar y hacer limpieza cada poco tiempo, un espacio para decidir que es lo realmente importante para ti, lo que se queda en tu vida y lo que se va.

Por propia experiencia te digo que esto es fundamental. Yo cada 3-4 meses realizo una pausa mental de desinfoxicación y me aislo del mundo, de internet, teléfonos, lecturas, personas, etc, solo para reflexionar, a veces 1 día, otros 3, y otros 4, los necesarios.

3.- Decide a qué y a quién regalas tu atención, y activa el foco

Allá donde miramos es donde creamos. Si dirigimos nuestra atención a lugares, personas, actividades que no contribuyen a realizar nuestra visión, ésta se irá apagando poco a poco. Si ponemos nuestra atención en una cosa no podemos ponerla en otra, té decides a que le quieres prestar atención, y esa decisión será la responsable de tus resultados.

La atención es nuestra mejor aliada para concentrarnos en nuestra visión, ignorando todo lo demás. Y a la vez nos ayuda a registrar todas las pistas sutiles del entorno que contribuyen a realizar esa visión.

Si activas bien tu foco, se abrirá ante ti todo un mundo de oportunidades que te ayudarán a construir tu visión.  Estar focalizado en ella te llenará de energía y de consciencia, y hará aflorar tu intuición, que es tu mejor mentora.

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4.- Alimenta tu mente, hazla crecer

Explora, indaga, busca, investiga, acércate a todo aquello que tenga que ver con tu visión, con lo que te atrae, te emociona, te fascina, te apasiona. Asiste a talleres, encuentros, conferencias, jornadas de trabajo, reuniones, donde fluyan ideas que puedas estar relacionadas con lo que quieres lograr. Navega en redes sociales, bucea en libros y artículos, comparte ideas, viaja.

Deja que tu mente absorba conocimientos, dales un tiempo y un espacio para que se conozcan y contacten, en el momento menos inesperado surgirá la chispa de la imaginación y la creatividad.

El secreto de la inspiración es alimentarla con todo lo que te interesa realmente, y luego dejarla jugar. La clave para hacer funcionar todo el engranaje consiste en tomarse un tiempo para reposar y reflexionar lo adquirido en cada momento en que hemos estado expuestos a ideas, saberes y conocimientos. Se trata de un tiempo para deliberar de forma consciente sobre lo aprehendido y experimentado.

5.- Acepta la realidad pero transformala

“No podemos cambiar nada hasta que lo aceptamos”. Carl Jung

La realidad es la que es, de poco sirve negarla, mirar hacia otro lado, o resistirse a ella. Los sueños, las visiones y los objetivos se hacen posibles en la realidad. Es la realidad el campo de juego donde se produce el partido de nuestra vida.

Tener clara la realidad en la que tenemos que actuar y aceptarla como lo que es, liberará una energía muy importante para emplearla en transformarla en base a nuestras necesidades. Resistirse a la realidad supone malgastar energía y nos mantiene en la situación, impidiéndonos avanzar, nos hace estancarnos.

Aceptar nos permite elevar nuestras aspiraciones sobre unas bases sólidas y realistas. Mientras no aceptemos la realidad nos mantenemos en el pasado, es el momento en el que aceptamos en el que comenzamos a avanzar hacia el futuro, a construir una nueva realidad.

La mayor parte de las expectativas frustradas, los objetivos no alcanzados y los resultados no deseados se deben a una no aceptación previa de la realidad.

6.- Practica la duda inteligente, conduce a la sabiduría

“Sólo se que no se nada”. Sócrates

Dudar pone en marcha la curiosidad, el deseo de saber, de explorar otros puntos de vista, y esto siempre lleva a una ampliación del conocimiento: se genera un conocimiento basado en el análisis de distintas alternativas, en la valoración de la situación o el problema desde distintos enfoques. Interesarme por lo que los demás opinan, por cómo ven las cosas, creando un diálogo constructivo, ayuda a la reflexión que es lo que nos da un conocimiento más sólido.

La duda inteligente es una actitud de cuestionamiento, que nos lleva a indagar a preguntar y que mantiene despierta a nuestra mente. Con la duda inteligente desarrollamos un espíritu crítico y reflexivo que nos hace más sabios. La duda inteligente nos permite no apegarnos a nuestras creencias sin más, sometíendolas al filo de la navaja de la pregunta.

Según Walter Riso,sin duda inteligente no hay crecimiento personal , y el talento se muere. Olvídate de que las personas seguras no dudan, las más seguras son las que más dudan, generando un proceso de aprendizaje tras cada duda. La duda que es dañina para nuestro talento es la que nos impide avanzar, la que nos mantiene dudando y dudando sobre la misma cosa sin parar.

7.- Pon a bailar tu mente

Parece ser que tenemos dos mentes, una consciente y una inconsciente, dos cerebros, uno derecho y otro izquierdo, un lado más racional y otro más emocional. No pierdas el tiempo en discusiones sobre cual es mejor. El talento necesita de ambos.

Aquellos que presumen de tener más desarrollado un lado que otro, se autolimitan. Eso de “yo no puedo ser creativo porque soy analítico”, o “no puedo ser organizado porque soy creativo”, es una disculpa barata para no cambiar, para no arriesgarse, y para no progresar.

Usamos las dos piernas, los dos brazos, las dos orejas, los dos ojos, ¿por que no vamos a usar por igual los dos cerebros?

A la mente le encanta bailar, si bailar, moverse, dejarse llevar con ritmo dentro de una coreografía, cambiar el paso, el compas, sentir la conexión de dos fuerzas queriendo ser una, el bamboleo de ahora tu, ahora yo. Ahora marca el paso la mente analítica, ahora la creativa. Una veces, si toca concentrarse en una tarea y no distraerse, quien lleva el compas es la mente consciente. Otras por el contrario, si necesito inspiración e ideas, lo marcará la mente inconsciente.

Mi ADNe dice que tengo un 36 de mente analítica (sobre un máximo de 40), estoy en lo que se llama riesgo de saturación, y a mi eso no me ha impedido dar rienda suelta a mi creatividad a lo largo de mi vida, y que se haya plasmado en resultados. Quizás en esto de los resultados haya ayudado mi yo analítico.

Las visiones nacen de nuestro cerebro más emocional, pero la ejecución de los planes de acción para llevarlas a cabo es tarea de nuestro cerebro más racional. Haz que bailen juntos.

A partir de aquí solo te quedan dos cosas más por hacer:

Comparte tu talento, expresa tus aspiraciones, cuenta tus sueños, demuestra tu arte. Haz que resuene por todas partes, pensar en grade se contagia. El talento crece al conectarse con otros.

 Celebra tus logros pero nunca dejes de progresar, de actualizar tu talento. Cuando alcances una meta, eleva tus estándares, impúlsate a desarrollar una nueva habilidad, a explorar una nueva faceta, a cambiar un hábito disfuncional. Es probable que en el sentimiento y sensación de progresos resida parte de nuestra felicidad.

Desde hace tiempo asisto, con cierta preocupación, a una tendencia cada vez más acusada de atribuir talentos por todas partes, y actuar como descubridores del talento, sin mucha consciencia de todo lo que ello implica.

“Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos”. Elbert Hubbard

Quizás partimos de un uso inadecuado del concepto talento, llamando talento a lo que sólo es potencial. El talento requiere materialización, realización, manifestación en comportamientos que producen resultados o logros. Y además, según mi punto de vista, que esos comportamientos y logros sean una constante en el tiempo, y que destaquen por encima de la media en el entorno.

Como dice Jose Antonio Marina “El talento no es una posibilidad: es un acto.” Se demuestra en la acción, y se consolida y aumenta en la acción también, y “se puede perder si no está sometido a un esfuerzo de mejora continua”. El talento se actualiza.

Por eso, lo de que todas las personas tienen talento queda muy bien, pero no se ajusta a la realidad. Lo que todas las personas tienen es potencial, al menos una gran mayoría, que ese potencial se convierta en talento, ya es arena de otro costal. Porque es precisamente en ese tránsito donde muchas personas se quedan atrapadas. ¿Las razones?  Se me ocurren varias:

No han llegado a identificar cual es su verdadero potencial, por tanto, no saben qué ni cómo desarrollarlo para convertirlo en talento.

No disponen de las condiciones u oportunidades adecuadas para desarrollarlo. Aquí los entornos tienen una gran influencia

No cuentan con las adecuadas dosis de motivación, voluntad, perseverancia, autorregulación emocional, y otras características de orden afectivo, motivacional y volitivo necesarias para desarrollarlo.

Las personas talentosas poseen aptitudes y atributos (potencial) pero sobre todo logros destacados en un campo de actuación concreto (música, liderazgo, matemática, investigación, danza, relaciones interpersonales…). El talento puede adoptar múltiples formas: talento creativo, deportivo, relacional, directivo, comercial, ejecutivo, artístico, científico……  Realmente ésta es la conclusión que está detrás de la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, que para mi es más una Teoría de los Talentos Múltiples que de las Inteligencias, puesto que Inteligencia es científicamente un concepto referido a las habilidades mentales. El talento, por el contrario, incluye habilidades de muy diverso tipo, además de las mentales o cognitivas.

La transformación del potencial en talento requiere, además, de la identificación precisa del potencial y unas condiciones que favorezcan su desarrollo, la conjunción de factores cognitivos, afectivos, motivacionales y volitivos. Hoy en día nadie discute que el talento va más allá de la inteligencia, pero a veces a algunos se les olvida que para hablar de talento es necesario contar con un nivel de inteligencia determinado y saber usarla creativamente:

El nivel de inteligencia mínimo, según Renzulli y otros autores, está entre un CI de 90-100 más o menos (donde se encuentra la mayoría de la población). Y hablamos aquí de una inteligencia de tipo general, que según la definición de Sternberg sería la capacidad analítica para saber reconocer y definir problemas, para realizar una adecuada representación del problema, para formular estrategias efectivas y asignar los recursos necesarios para llevarlas a cabo, para resolver el problema y para realizar una evaluación adecuada de la solución puesta en práctica.

La creatividad es también una herramienta cognitiva caracterizada por un pensamiento divergente, en vez de convergente como la capacidad analítica. Su característica más definitoria es lograr algo nuevo a partir de lo que ya se conoce, y para ello utiliza la fluidez, flexibilidad, originalidad, apertura a la experiencia, curiosidad.

Kurt Heller, director del Centro de Investigaciones del talento y la superdotación de la Universidad de Munich, señala que la inteligencia y la creatividad son competencias cognitivas que constituyen una precondición del talento.

No podemos hablar de talento sin inteligencia y creatividad, pero estás no son suficientes para lograr que el potencial se convierta en talento, pues debemos contemplar la influencia de otros factores relacionados con la personalidad, que hoy muchos identificarán con la Inteligencia Emocional, pero que realmente son factores temperamentales más ligados a la personalidad que a la inteligencia, con un componente genético que no debemos perder de vista, aunque ello no niegue las posibilidades de aprendizaje y desarrollo.

Estos factores de tipo afectivo, motivacional y volitivos o de la voluntad son los catalizadores intrapersonales del talento: independencia, firmeza, perseverancia, autodominio, confianza en uno mismo (autoeficacia), iniciativa, optimismo, flexibilidad, adaptabilidad, capacidad relacional, comunicación, estabilidad emocional, autorregulación emocional, tolerancia a la frustración, la ambigüedad y el estrés, motivación al logro, estrategias de aprendizaje. Estos catalizadores explican muchas veces porque personas con menos CI y creatividad que otras, pueden ser más talentosas, especialmente en un área específica de dominio.

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La conjunción de todos estos elementos la sistematiza muy bien Jose Antonio Marina con su definición de talento: “es la inteligencia que elige bien sus metas y moviliza la información, gestiona las emociones y ejerce las virtudes ejecutivas necesarias para alcanzarlas”. Marina dice también que una persona con talento es aquella que ha desarrollado y continúa desarrollando un conjunto de competencias socialmente valoradas, utilizando los recursos genéticos y ambientales a su disposición. No voy a ser yo quien diga que el sistema educativo favorece el talento, pero tampoco me parece acertado cargar toda la responsabilidad en una sola parte de la ecuación, porque si algo define a las personas talentosas es su capacidad de sacar partido a los recursos internos y externos de que disponen para desarrollar su potencial.

La entrada en escena de los catalizadores del talento nos ayuda a comprender porque hay mucho potencial, y algo menos de talento. Estos catalizadores pueden estimularse y desarrollarse, siempre que el sujeto tenga una capacidad mínima de ellos genéticamente hablando, pero requieren de esfuerzo, práctica continuada y constancia. Esto explica porque una gran mayoría de las personas a pesar de tener potencial (incluso alto), éste no se traduce en talento. En este punto nos hayamos investigando y trabajando ahora en la Escuela de Mentoring, gracias al acuerdo de colaboración con Jacobson, Sternberg & Goldman, a través de los descubrimientos de Elias Azulay y el ADN Emocional.

Otra cuestión que se suele omitir es la referida al nivel de desempeño y resultados necesarios para hablar de talento. Porque el talento lo es por referencia o comparación, y tiene que ser algo significativo, que destaque sobre el resto. Y aquí es donde ya podemos entrar en el delirio, porque algunos ya no se conforman con atribuir talentos, y van más allá identificando a personas brillantes por doquier. Si unimos brillante a la palabra talento, ya estamos hablando de casos muy excepcionales, que sobresalen por encima de la media, y eso según todas las investigaciones y expertos está reservado para un 20% de la población, según los más generosos, y un 3% para los más estrictos. Extender la brillantez más allá de la realidad contribuye a la mediocridad, porque convertir lo normal en excepcional rebaja los estándares de mejora.

Lo que me parece peligroso, especialmente en los que nos dedicamos a trabajar con personas para que logren sus mentas y desarrollen su potencial, es hablar de talento y atribuir talentos sin saber de qué estamos hablando realmente, sin tener en cuenta si hemos identificado bien ese potencial, y si la persona cuenta con la dosis adecuada de catalizadores para realmente convertir ese potencial en talento.

Hace unos días Jésica Buelga, escribía un artículo bajo el título “Jugando a ser Dioses” que me parece muy aplicable a las reflexiones que intento plasmar en este post. A veces, nuestro deseo de ayudar sin contar con el conocimiento y la experiencia adecuados, nuestra inconsciencia al proyectar frustraciones propias de talentos no desarrollados o reconocidos, o la ilusión de encontrar un camino profesional que compense las derivas de muchos años sin saber donde encajar, puede hacernos ilusoriamente creer que somos profesionales del desarrollo del talento, y lanzarnos sin dirección ni sentido a la conquista del talento.

Muchos de nosotros nos denominamos facilitadores del talento, porque nuestro trabajo consiste en ayudar a otros a facilitar que el potencial se desarrolle y convierta en talento. Mala ayuda vamos a prestar si no tenemos clara la diferencia entre potencial y talento, los componentes mínimos imprescindibles para poder hablar de talento, las competencias y recursos necesarios para identificar adecuadamente el potencial, así como todos los factores que influyen en su desarrollo y actualización. Imputar talentos de forma inconsciente puede contribuir a generar altas dosis de confusión, desorientación y frustración. Un reconocimiento positivo, que no esté basado en la autoeficacia (comportamiento + resultados), es tan dañino como una crítica feroz.

Trabajamos con material muy sensible, las personas, de ahí la necesidad de realizar este trabajo con mucha consciencia y responsabilidad. No pervirtamos el desarrollo del potencial, convirtiéndolo en talento antes de tiempo.

¿Cuales son los retos a los que se enfrentan las organizaciones en el Siglo XXI? ¿Que puede aportar el mentoring para superar estos retos con éxito? Aquí te dejo algunas ideas y apuntes:

1.- Gestionar la Velocidad: Aunque el cambio sea la palabra más repetida en los últimos 10 años en el mundo de la empresa, y se hable de la necesidad de gestionar el cambio, el verdadero reto es saber gestionar la velocidad del cambio. Vivirlo como algo natural, sin que nos consuma demasiada energía, nos desgaste o nos absorba.

La clave para gestionar esta velocidad, sin que nos arrolle, va a estar en saber decidir en cada momento qué es lo que hay que conservar porque funciona, aporta valor y diferenciación, qué es lo que hay que cambiar, y qué es lo que hay que crear nuevo para innovar e ir más allá. Si logramos adquirir esta competencia, que utilizando las palabras de Piaget, llamaría Aprendizaje Inteligente, conseguiremos no sólo no perder el control, sino evitar la sensación de pérdida de control. Esa sensación que nos hace sentirnos inseguros, y nos lleva a acomodarnos sin reflexión crítica a lo nuevo, o bien atrincherarnos en lo viejo, en vez de practicar un aprendizaje inteligente que aúne lo mejor de lo que ya existe con lo mejor de lo que está llegando.

La velocidad nos va a exigir tener la capacidad de pensar/reflexionar y actuar/ejecutar al mismo tiempo, entrenarnos en esta habilidad nos permitirá realizar giros rápidos cuando sean precisos, y saber cuando acelerar y cuando frenar.

2.- Gestionar la Incertidumbre: La velocidad del cambio, y su presencia continua en nuestras vidas, genera incertidumbre. Ese no saber donde estoy, si seré capaz de adaptarme a las nuevas demandas, o esa sensación de no saber quien soy en un nuevo entorno o puesto de trabajo, que me exige competencias totalmente distintas a las que hasta ahora desarrollaba.

Tendremos que aprender a vivir con la sensación casi permanente de incompetencia consciente, sin que ello afecte a nuestra autoeficacia, autoestima e identidad. Los cambios siempre amenazan nuestra autoestima e identidad, nos sitúan ante la posibilidad de no ser capaces de ser, saber y hacer en el mismo nivel que hasta ahora teníamos. Aprender a aprender será una competencia clave para saber gestionar la incertidumbre.

3.- Gestionar la diferencia: En las empresas actualmente no solo conviven hasta 4 generaciones de personas distintas, sino también personas con distintas culturas, procedencias geográficas, sexo, religiones. A ello unimos grupos de tendencias diversas (hipster, knowmads, millennials, slowers, singles) que suponen valores, creencias, hábitos y puntos de vistas distintos.

La diversidad se multiplica y con ella la tensión y el conflicto. Nuestra forma de entender el conflicto suele tender a eliminar las diferencias, a escoger entre una alternativa u otra, y no pensamos es opciones más orgánicas, holisticas o sistémica que nos permitan construir nuevas realidades y soluciones a partir precisamente de las diferencias, a buscar opciones integradoras en vez de excluyentes. Tendremos que aprender a trabajar la diferencia y el conflicto como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.

Saber gestionar la diferencia será fundamental para el desarrollo del talento, pues ya no servirán fórmulas generales, herramientas y formación para todos. Estamos en la era del aprendizaje personalizado. 

4.- Gestionar la relevancia: Lo de crear marca está bien, pero las empresas van a necesitar ir más allá, y hacerse relevantes en el mercado, aportar un sentido para sus clientes internos y externos, diferenciarse de una forma clara, no tanto por sus productos y servicios (que pueden cambiar a lo largo de los años) sino por su formas de hacer, de comunicarse y de comportarse, por su mensaje.

La clave estará en ser identificado por una especie de mantra sencillo que impregna todo lo que hacemos, y que refleja el valor único que aportamos. Me viene a la mente algo así como la esencia de Apple “Hacer bella la tecnología”.  Esto será lo que da orientación ante los cambios a las personas que trabajan en la organización, y confianza al resto de agentes que interactuan con ella.  La relevancia es eso que nunca cambia a pesar de los cambios, y lo que nos hace ser “una empresa transcendente y deseable”.

Se trata de labrarse una reputación, en el sentido de despertar la admiración, estima y confianza de las personas que forman parte de la organización, de otras empresas, instituciones y de la comunidad en su conjunto.

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5.- Gestionar la resonancia en las relaciones: Vivimos en un mundo muy interdependiente, todos necesitamos de todos, todos estamos influenciados por todos. Un movimiento en China tiene efectos en Nueva Zelanda. Saber crear conexiones y mantenerlas vivas y activas, establecer relaciones que se conviertan en alianzas estratégicas, dentro y fuera de la organización, será otra competencia fundamental.

La conexión entre personas y grupos diferentes es el germen de la creatividad y la innovación, una factor fundamental para poder gestionar la velocidad del cambio.

Se trata de generar compromiso, entusiasmo e implicación en nuestras relaciones y en la ejecución de nuestros proyectos, contagiando este engagement, esto nos hará resonar en el mercado. Necesitamos organizaciones que vibren, que contagien una  energía generadora de crecimiento, que se conviertan en centrales de electricidad creativa.

Con relevancia y resonancia atraemos, somos deseables, y esto supone más clientes, más capital, más talento, más alianzas, más movimientos, más mercados, más oportunidades. La relevancia genera prescriptores, embajadores voluntarios de nuestra marca.

6.- Gestionar los intangibles: Cuando hablo de intangibles me estoy refiriendo a la Ilusión, el Entusiasmo, la Pasión, el Compromiso, el Optimismo, la Inspiración. A todas esas emociones positivas que según Bárbara Fredrickson amplían nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales, es decir, generan una dosis extra de capacidades para hacer frente a la adversidad. Las emociones positivas también influyen en nuestra capacidad de atención, que es clave para saber detectar y aprovechar las oportunidades del entorno.

Además, cuando estamos en un estado de ánimo positivo atraemos a más personas a nuestro alrededor, porque les aportamos positividad, les hacemos sentir bien, y esto redunda en la mejora de nuestras relaciones personales, familiares y profesionales. Mejores relaciones suponen nuevas fuentes de oportunidades y la posibilidad de construir sólidas alianzas. Todo ello crea una espiral de recursos muy valiosos para manejar la velocidad del cambio, la incertidumbre, el conflicto, manteniendo el bienestar y el equilibrio.

Las empresas tendrán que incluir la gestión de todos estos intangibles en su estrategia, aportando recursos a sus empleados para generar estados emocionales positivos, y ayudándoles a adquirir las competencias necesarias para saber generarlos de forma autónoma. Esta es la nueva tendencia que gira bajo el nombre de “Job Crafting”, aprender a diseñar tu trabajo para ser más feliz

7.-  Aprender a Multiplicar: Las organizaciones necesitan multiplicar el talento, la creatividad, la resonancia, el engagement y el aprendizaje. Multiplicar significa lograr con una sola intervención una onda expansiva de efectos mayores. Con el mentoring multiplicamos, porque dentro de un programa de mentoring logramos conectar la diferencia (personas de diferentes edades, responsabilidades, competencias, niveles organizacionales), logramos conectar a la alta dirección de la empresa con otros niveles de la organización lo que permite comprenderse, y mirarse de otra forma, acercando mundos distintos. Logramos acelerar el aprendizaje de competencias porque es un aprendizaje personalizado, práctico y contextual, y por tanto, logramos entrenar en la gestión de la velocidad del cambio. Aprender con el apoyo de otra persona reduce los niveles de incertidumbre, permite construir una relación resonante que es un modelo de relación para otros. El solo hecho de que la organización ponga un mentor a tu disposición, o que como mentor tengas la posibilidad de compartir tu experiencia con otros, moviliza emociones positivas y produce un efecto contagio. En un programa de mentoring los beneficios que obtienen los mentores se transfieren a sus equipos de trabajo, a los comités de dirección y a la organización en su conjunto. Los beneficios que obtienen los mentees se transfieren a sus equipos, a sus superiores y a sus compañeros y colaboradores. El mentoring desarrolla en las organizaciones un sentido de comunidad que potencia los comportamientos de ciudadanía organizativa. 

Si quieres saber más sobre lo que el mentoring puede aportar a tu organización síguenos la pista en www.escueladementoring.com. ” El valor del mentoring a la Organización del Siglo XXI”, Certificación Internacional en Mentoring acreditada por la AICM, y en Bilbao Mentoring Conference (22 Junio 2016), el mayor evento de mentoring de España

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