En el 2010 cayó en mis manos el libro « Sujetos Nómades » ,de Rosa Braidiotti ,donde se analiza y reflexiona sobre lo que yo llamaría una actitud ante la vida, una forma de posicionarse en el mundo, una manera de vivir: la actitud nómade, una forma de pensar la vida fuera de los convencionalismos establecidos.
Nómade es un concepto construido a partir de lo que se conoce como cultura nómada, la de aquellas comunidades que se trasladaban de un lugar a otro, en vez de establecerse permanentemente en un solo lugar. Un comportamiento, el nómade, que ha sido tradicional en muchas culturas, pero que sin embargo se ha ido reduciendo con el tiempo a raíz de la industrialización. Siempre he creído que con la industrialización se instauró una cultura del control y de la estandarización, enemiga de todo lo que es diferente y se mueve, precisamente por las dificultades de control y homogeneización que tiene los sujetos y grupos que son móviles y desafían las normas del sistema.
La persona nómade no pertenece a ningún lugar, transita por diversos territorios guiada por su intuición, no de forma errante, sino con dirección e intención, asentándose de una forma estable pero no permanente en los espacios que le ofrecen los recursos necesarios para vivir en un espacio temporal concreto de su vida. El nómade es capaz de recrear el propio hogar en cualquier parte.
Quizás ser nómade es una forma más sostenible, respetuosa y armónica de vivir, porque el nómade se mueve hacia los lugares en los que se dan las condiciones para tener una «vida buena»: relaciones, personas, oportunidades y recursos con los que nutrirse y a los que nutrir. El nómade tiene una gran capacidad de adaptación, de convivencia en armonía con lo extraño, de curiosidad y aprendizaje.
Ya existen algunos ejemplos actuales de esta nueva forma de encarar la vida. Richard Florida, nos cuenta en su libro «La clase creativa» que está emergiendo una nueva clase social formada por personas que luchan por ser ellas mismas y por tener un trabajo significativo, y por ello transitan para establecerse en comunidades donde encuentran la posibilidad de expresarse y autorrealizarse. La clase creativa se mueve, solo permanece en los lugares en los que encuentra las oportunidades y los recursos para explorar y desarrollar su talento creativo.
Si quieres unirte a este movimiento aquí te dejo el Decálogo de la práctica de un nomadismo activo. Manifiesto del sujeto nómade:
1.- Conciencia crítica que huye de formas de pensamiento y comportamiento estándar, habituales, mayoritarias, grupales. Practica continúa de una actitud no convencionalista.
2.- Creación de espacios propios donde poder desplegar formas alternativas de acción, evitando los espacios institucionalizados, normalizados o basados en la representación colectiva, que restan poder a la persona en favor del sistema.
3.- Desarrollo de una identidad desapegada de lo externo, hecha de sucesivas transiciones y transformaciones coordinadas, unidas por el sentido y el propósito. El nómada está en constante movilidad, lo que le hace difícilmente controlable por las fuentes de poder externo. Es un equilibrio perfecto entre coherencia y movilidad. Es flexible y cambiante dentro de la congruencia.
4.- Resistencia a la homologación y la asimilación, con una búsqueda constante, y casi beligerante, de la distinción y diferenciación, lo que le lleva a mantener una actitud trasgresora.
5.- Ruptura de los dualismos (racional/emocional, masculino/femenino, lógico/intuitivo, introvertido/extrovertido, etc.) que fomentan la jerarquización de valoraciones, la comparación, la exclusión y las relaciones de poder, adoptando formas más híbridas y holísticas en las que se entrelazan características de ambos lados del binomio. La diferencia no se ve como contradicción u oposición, sino como posibilidad de creación de algo nuevo mejor, que integre sin asimilar las diferencias. El nómade practica la conexión de las diferencias como fuente creativa.
6.- Necesidad de crear espacios dedicados a la experimentación, a la búsqueda de caminos alternativos y de nuevas rutas, al silencio y la reflexión, a la transición. Estos son los espacios en los que el sujeto nómade renace, se transforma, se renueva, crece y avanza.
7.- Rechazo del poder, como «poder sobre» destinado a imponerse sobre otros, practicando un «poder para» enfocado al logro de un propósito y al impulso del poder personal de otros para obtener dicho logro. Sin que ello signifique renunciar al «poder de», el poder de expansión y expresión de nuestro yo, o poder personal, sino buscar coordinarlo con otros «yo», en torno a propósitos comunes. Para un nómade el liderazgo no es un fin es un medio, es la forma de alcanzar metas comunes con los otros y la forma de empoderar a las personas. Por eso, una vez lograda la meta, una vez que las personas recuperan su poder personal, el liderazgo deja de tener sentido y le toca renovarse, moverse y transitar. El nómade practica un liderazgo de tránsito y contingente en función de las necesidades del contexto, las personas y la meta.
8.- Renuncia a la idea de un orden establecido, que podría resumirse en la popular frase «las cosas son así» y/o «es que yo soy así», para practicar de forma habitual un «como si», que abre las puertas de la posibilidad, la imaginación, la innovación y el cambio. El lema del nómade sería lo que Paulo Freire resumió en la frase «las cosas no son así, están siendo así».
9.- El nómade sabe donde está situado, sabe desde donde habla y desde donde actúa, pero no se deja condicionar por los límites del sistema. No acepta las reglas pero sabe jugar con ellas, aprovechando los vacíos de poder, las lagunas, los tránsitos. Esto le permite ser un sujeto intersistemas, viajar de forma permanente de un sistema a otro, porque desafía las fronteras y las identidades, lo que le proporciona la ventaja de enriquecerse con muy distintas visiones y aportaciones.
10.- Cultiva el gusto por la diversidad, la complejidad y la movilidad. Como dice la propia Rosa Braidotti, tiene una conciencia múltiple de las diferencias. Y es precisamente esa conciencia de la diferencia, como algo positivo, la fuente de la motivación que hace del sujeto nómade un sujeto creativo, pues está en continuo proceso de creación y reinvención.
Sentirse nómade te da una gran sensación de libertad, pero también a veces ese mar de libertad se tiñe de soledad, una soledad que es más una sensación de incomprensión, que una soledad real física o emocional, pero soledad al fin y al cabo. Una soledad con la que hay que saber lidiar, y no dejar que se abandone en los brazos del miedo. Ejercer un liderazgo nómade a veces provoca un sentimiento de abandono emocional en aquellos que han compartido una parte del camino contigo. Es lo que tiene la práctica del desapego, que no es una práctica compartida y, además, es muchas veces incomprendida. Cuando un líder nómade levanta el campamento y se va, con su acto te envía un mensaje de poder: «Que gratificante dar un paso atrás y retirarse silenciosamente, para poder observar la grandeza de alguien que ha confiado en ti para recuperar sus alas.”
No somos conscientes que todos somos nómades, que somos caminantes en la vida, que estamos de paso. Si no lideras tu vida con una actitud nómade, por miedo a la soledad o al rechazo, corres el peligro de convertirte en un colaborador inconsciente de tu propia deriva, insatisfacción, pérdida de poder y de vida.
¿Te unes al activismo nómade? ¿No sabes como empezar? Escríbeme y te acompaño.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora de la Escuela de Mentoring.