La impecabilidad personal alude al uso correcto de la energía personal para dar lo mejor de nosotros mismos en cada uno de los roles que desempeñamos, entre ellos el de mentor o mentora. Es el arte de lograr el equilibrio entre las distintas fuerzas energéticas que gobiernan nuestra vida.
Ser impecable personalmente implica saber qué dejar atrás, qué transformar, qué matener y qué recuperar para que nuestra energía fluya de forma que contribuya al logro de nuestros objetivos. La impecabilidad personal pasa por reconciliar e integrar nuestros hemisferios derecho e izquierdo, nuestra razón y nuestra emoción, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, y nuestro yo con el de los otros, para contribuir a la fuerza del nosotros.
Pueblos y culturas como la Maya, la Azteca, los Incas, o los Toltecas eran expertos en lo que se conoce como tecnología del manejo energético. La sabiduría de estos grupos nos ha dejado un legado importante sobre el conocimiento y manejo de la energía personal, que es una pieza clave para que los seres humanos evolucionen de manera integral y tengan una vida plena.
Vivimos en un mundo en el que el equilibrio energético es la pieza fundamental para nuestra supervivencia y para nuestra felicidad. De él dependen nuestro bienestar emocional, psíquico, corporal, nuestra salud, nuestras relaciones y el cuidado del entorno que nos rodea.
Todos estamos sujetos a un constante fluir e intercambio de energías internas y externas. Cada uno de nosotros posee una energía interior que entra en contacto con las energías de los demás. Es en esos intercambios energéticos donde muchas veces se producen los conflictos, las contaminaciones, los bloqueos y las pérdidas de energía.
Aprender a gestionar esa energía es tan importante, o más, que saber como gestionar nuestras emociones. Ese aprendizaje consiste en ser conscientes de cuándo malgastamos nuestra energía, cuándo transmitimos energías negativas o positivas, cuándo recibimos unas u otras, cuando estamos atrapados en una relación o ambiente negativo energéticamente, cuándo una relación nos recarga de energía, o todo lo contrario, cuándo estamos faltos o sobrecargados de energía, así como aprender a recuperarla, recargarla, transformarla o descargarla. Nuestro energía disminuye, tanto por utilizarla en exceso, como por no utilizarla adecuadamente.
Lograr el balance energético es lograr la impecabilidad personal, ese preciso equilibrio de fuerzas internas y externas, de necesidades propias y ajenas, de dar y recibir, de saber y sentir, de soledad y compañía…. Un equilibrio que sólo se consigue dedicando tiempos y espacios para la renovación energética. Tiempos y espacios de autoconocimiento, de experimentación y reflexión, de conexión con las fuentes de nuestra energía y desconexión de los ladrones energéticos. Tiempos y espacios que podemos incorporar como un hábito en nuestra vida diaria en forma de rituales energéticos.
Nuestra energía vital proviene de cuatro fuentes: física, emocional, mental y espiritual. Nuestro rituales de energía deben contemplar la renovación de nuestra energía en estas cuatro dimensiones, sólo si están balanceadas podemos extraer todo nuestro potencial. Aprender a usar la energía dentro de cada uno de esas cuatro dimensiones es la clave para conseguir nuestros objetivos.
Los rituales energéticos son rutinas muy concretas y sencillas que nos permiten mantener nuestro caudal de energía equilibrado. Son comportamientos que apenas consumen energía. Estoy hablando de escuchar música todos los días nada más levantarse, darse baños de sol, pasear junto al mar, meditar, sentarse en un parque, desconectarse de la información y el ruido cada cierto tiempo, entre otros. Aprender a deshacernos de energías negativas, limpiarnos y renovarnos, saber que nos recarga la energía y buscarlo, nos ayudara a tener un bienestar y equilibrio vital, que nos aportará felicidad.
Como seres humanos, contamos con una cantidad limitada de energía, que malgastamos y nos dejamos robar por los ladrones energéticos que acechan nuestro día a día. Y digo, «nos dejamos robar» porque somos nosotros quienes decidimos si o no ante su presencia, quienes les dejamos tomar las riendas, y quienes nos abandonamos en sus brazos como si no pudiéramos hacerles frente. Y luego no vale el «es que me dio pena», «es que si no lo hago..», «es que me tiene manía» y otros «es que» que no hacen más que reforzar a esos ladrones energéticos. Un mentor debe tener muy presentes estos 12 ladrones energéticos, en su vida y en la sesiones de mentoring, tanto de su parte, como cuando aparecen del lado del mentee y gestionarlos desde la impecabilidad personal.
1.- Enfadarnos al tomarnos las cosas de forma personal.
2.- Actuar guiados por «tengo que» extrínseco (el que dirán, la costumbre, los convencionalismos, las críticas, influencias, culpas, etc. ) en vez de por el «quiero» o un «tengo que» intrínseco, fruto de la convicción personal y la voluntad interior.
3.- Nuestro diálogo interior desgastante e improductivo.
4.- Cuando nuestro ego le gana la partida a nuestra esencia y toma el mando de la situación, tomamos decisiones para satisfacerlo en contra de nuestra esencia.
5.- Cuando realizamos acciones que nos alejan de nuestras metas.
6. Las quejas incesantes que emitimos y que escuchamos.
7.- Los chismes y rumores.
8.-El tráfico mental, ese «rum rum» incesante de recordatorios de tareas que tenemos que hacer, que se alojan en nuestra mente y repasamos y mantenemos presentes para no olvidarlas, sin darnos cuenta de que ocupan espacio mental, consumen energía y perdemos el tiempo mientras las pensamos y no las ejecutamos o alojamos en un repositorio externo.
9.-La indecisión permanente, que hace que se instalen en nuestra mente las dudas permanentes, los «y si…» que no encuentran fin, las mil y una hipótesis de situaciones que se pueden dar y usamos como excusa para no decidir. Permanecer en la inacción consume energía porque la acción revitaliza y moviliza la energía.
10. Los vampiros emocionales, esas personas negativas que nos chupan nuestra energía. Son esas víctimas a quién siempre ayudar, a quién siempre salvar, que manejan nuestros sentimientos de culpa, de pena, que suelen aprovecharse de nuestras debilidades. Al final dedicamos nuestro tiempo a sus problemas olvidándonos de los nuestros y eso va desgastando nuestra energía, generando emociones de ira, tristeza e, incluso, asco.
11.- Cuando actuamos buscando la aprobación o aceptación de los demás y dejamos de ser nosotros mismos.
12.- Cuando nos juzgamos y rechazamos por no responder al ideal de perfección que nos marcaron.
Romper con estas inercias es clave para ser impecable personalmente, para desarrollar todo nuestro potencial, realizar nuestro propósito y para ser un mentor o mentora excelente. El primer paso es ser impecable con nuestras palabras, las que nos decimos y las que trasladamos a los demás. A través de las palabras comienza a fluir la energía o se bloquea, puedes experimentarlo, simplemente, viendo la diferencia que se produce dentro de ti, y cómo se expresa fuera, cuando te dices «puedo hacerlo» frente a «no puedo hacerlo».
Practicar una generosidad inteligente es otra de las estrategias de la impecabilidad personal. Cuando das demasiado a los demás te quedas vacío, cuando te dedicas a dar a quién no te da, o no te aporta nada, te acabas frustrando e irritando. Ambos comportamientos te sobrecargan de energía negativa y te desequilibran. La impecabilidad personal implica un equilibrio entre el dar y recibir, rodeándote de personas que practican este mismo hábito.
Enfoca y gestiona bien tu pasión. Si concentras toda tu energía en lograr cosas que sólo satisfacen a tu ego, tu afán por figurar, por demostrar tu valía, por conservar tu estatus o para ser aceptado o pertenecer a un grupo, tu pasión se convertirá en obsesiva y será la principal vía de escape de tu energía. La impecabilidad personal esta ligada al concepto de pasión armónica del que habla Robert Vallerand, una pasión que aúna emoción y convicción.
No te abandones en los brazos de un optimismo sin medida porque te hará consumir cada vez más energía para poder ver la realidad de un color distinto al que es, para justificar tus fracasos y volverlo a intentar, probablemente cometiendo los mismos errores. Vivir de espaldas a la realidad consume tanta energía como verla siempre de color negro. La impecabilidad personal esta aliada siempre con el optimismo realista, un optimismo que es flexible y sabe cuando dar espacio al pesimismo y cuando dejarlo atrás.
La impecabilidad personal implica poner lo mejor de sí mismo en cada acto, en cada acción, y esto solo es posible con un equilibrio de cuerpo, emoción, mente y espíritu. Con un vivir congruente entre lo que somos, lo que sentimos, lo que pensamos y lo que expresamos. Solo cuando existe este equilibrio nuestra energía vibra positivamente y podemos resonar positivamente produciendo un efecto contagio en los demás y en el ambiente.
Hay otros muchos comportamientos que puedes practicar para lograr la impecabilidad personal: presencia sutil, cálida fortaleza, libertad responsable, madurez divertida, racionalidad emocionada…. Todos ellos te llevarán a vivir en armonía y plenitud.
Cuando armonizamos bien nuestra energía aumenta nuestro bienestar y nuestra satisfacción y damos lo mejor de nosotros al mundo. Somos más felices y logramos mejores resultados tanto en la vida profesional como en la personal y contribuimos poderosamente a la mejora de nuestro entorno.
Para un mentor es imprescindible gestionar la energía y tener una presencia plena y equilibrada en sus sesiones de mentoring.
Autora: María Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring.